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La oración diaria
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sedientas seremos refrescados en la fuente de la vida.—
El Discurso
Maestro de Jesucristo, 96
.
Como los primeros cristianos, necesitamos suplicar diaria-
mente por el Espíritu Santo
—Aquellos que en Pentecostés fueron
dotados con el poder de lo alto no quedaron desde entonces libres
de tentación y prueba. Como testigos de la verdad y la justicia, eran
repetidas veces asaltados por el enemigo de toda verdad, que tra-
taba de despojarlos de su experiencia cristiana. Estaban obligados
a luchar con todas las facultades dadas por Dios para alcanzar la
medida de la estatura de hombres y mujeres en Cristo Jesús. Oraban
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diariamente en procura de nuevas provisiones de gracia para poder
elevarse más y más hacia la perfección. Bajo la obra del Espíritu
Santo, aún los más débiles, ejerciendo fe en Dios, aprendían a desa-
rrollar las facultades que les habían sido confiadas y llegaron a ser
santificados, refinados y ennoblecidos. Mientras se sometían con
humildad a la influencia modeladora del Espíritu Santo, recibían de
la plenitud de la Deidad y eran amoldados a la semejanza divina.
El transcurso del tiempo no ha cambiado en nada la promesa de
despedida de Cristo de enviar el Espíritu Santo como su represen-
tante. No es por causa de alguna restricción de parte de Dios por
lo que las riquezas de su gracia no fluyen a los hombres sobre la
tierra. Si la promesa no se cumple como debiera, se debe a que no es
apreciada debidamente. Si todos lo quisieran, todos serían llenados
del Espíritu. Dondequiera la necesidad del Espíritu Santo sea un
asunto en el cual se piense poco, se ve sequía espiritual, oscuridad
espiritual, decadencia y muerte espirituales. Cuando quiera los asun-
tos menores ocupen la atención, el poder divino que se necesita para
el crecimiento y la prosperidad de la iglesia, y que traería todas las
demás bendiciones en su estela, falta, aunque se ofrece en infinita
plenitud.
Puesto que éste es el medio por el cual hemos de recibir poder,
por ¿qué no tener más hambre y sed del don del Espíritu? ¿Por qué no
hablamos de él, oramos por él y predicamos respecto a él? El Señor
está más dispuesto a dar el Espíritu Santo a los que le sirven, que los
padres a dar buenas dádivas a sus hijos. Cada obrero debiera elevar
su petición a Dios por el bautismo diario del Espíritu. Debieran
reunirse grupos de obreros cristianos para solicitar ayuda especial
y sabiduría celestial para hacer planes y ejecutarlos sabiamente.