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La oración diaria
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Cristo en todo lo que hacéis. Entonces vuestra vida estará llena de
alegría y agradecimiento... Hagamos lo mejor posible, avanzando
gozosamente en el servicio del Señor, con nuestro corazón lleno de
su felicidad.—
Conducción del Niño, 136
.
[163]
La oración diaria de los jóvenes por sabiduría y gracia
Cristo soportó sin murmurar las pruebas y privaciones de que se
quejan muchos jóvenes. Y esta disciplina es la experiencia que nece-
sitan los jóvenes, la que dará firmeza a sus caracteres y los hará como
Cristo, fuertes en espíritu para resistir la tentación. Si se separan de
la influencia de aquellos que los harían descarriar y corromperían
su moral, no serán vencidos por los ardides de Satanás. Orando
diariamente a Dios, recibirán de él sabiduría y gracia para soportar
el conflicto y las severas realidades de la vida y salir victoriosos.
Sólo se puede conservar la fidelidad y la serenidad de la mente me-
diante la vigilancia y la oración. La vida de Cristo fue un ejemplo
de energía perseverante que no se dejó debilitar por el vituperio, el
ridículo, la privación o las dificultades.
Lo mismo debería ocurrir con los jóvenes. Si aumentan para
ellos las pruebas, deben saber que Dios está probando su fidelidad,
Y en el mismo grado en que mantienen la integridad de carácter bajo
circunstancias desalentadoras, aumentarán su fuerza, estabilidad y
poder para resistir, y se fortalecerán en espíritu.—
Mensajes para los
Jóvenes, 78
.
El maestro necesita de la oración diaria
—Todo maestro debe
recibir diariamente instrucción de Cristo, y debe trabajar constante-
mente bajo su dirección. Es imposible que comprenda o cumpla co-
rrectamente su trabajo a menos que pase mucho tiempo con Dios en
oración. Únicamente con la ayuda divina combinada con su esfuerzo
ferviente y abnegado, puede esperar hacer su trabajo sabiamente y
bien.
El maestro perderá la misma esencia de la educación, a menos
que comprenda la necesidad de orar y humille su corazón delante de
Dios. Debe saber orar, y saber qué lenguaje debe usar en la oración.
“Yo soy la vid—dijo Jesús—, vosotros los pámpanos; el que perma-
nece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de
mí nada podéis hacer”.
Juan 15:5
. El maestro debe permitir que el
fruto de la fe se manifieste en sus oraciones. Debe aprender a acudir
al Señor e interceder con él hasta recibir la seguridad de que sus