Página 163 - La Oraci

Basic HTML Version

El ejemplo de Jesús en la oración
159
Para el obrero consagrado es una maravillosa fuente de consuelo
el saber que aun Cristo durante su vida terrenal buscaba a su Padre
diariamente en procura de nuevas provisiones de gracia necesaria; y
de esta comunión con Dios salía para fortalecer y bendecir a otros.
¡Contemplad al Hijo de Dios postrado en oración ante su Padre!
Aunque es el Hijo de Dios, fortalece su fe por la oración, y por la
comunión con el cíelo acumula en sí poder para resistir al mal y para
ministrar las necesidades de los hombres. Como Hermano Mayor de
nuestra especie, conoce las necesidades de aquellos que, rodeados de
flaquezas y viviendo en un mundo de pecado y de tentación, desean
todavía servir a Dios. Sabe que los mensajeros a quienes considera
dignos de enviar son hombres débiles y expuestos a errar; pero a
todos aquellos que se entregan enteramente a su servicio les promete
ayuda divina. Su propio ejemplo es una garantía de que la súplica
ferviente y perseverante a Dios con fe—la fe que induce a depender
enteramente de Dios y a consagrarse sin reservas a su obra—podrá
proporcionar a los hombres la ayuda del Espíritu Santo en la batalla
contra el pecado.
Todo obrero que siga el ejemplo de Cristo estará preparado para
recibir y usar el poder que Dios ha prometido a su iglesia para la
[172]
maduración de la mies de la tierra. Mañana tras mañana, cuando los
heraldos del evangelio se arrodillan delante del Señor y renuevan
sus votos de consagración, él les concede la presencia de su Espíritu
con su poder vivificante y santificador. Y al salir para dedicarse a
los deberes diarios, tienen la seguridad de que el agente invisible del
Espíritu Santo los capacita para ser colaboradores juntamente con
Dios.—
Obreros Evangélicos, 527, 528
.
La oración fortalecía a Cristo ante las pruebas
—Cristo, nues-
tro Salvador, fue tentado en todo tal como nosotros, pero fue sin
pecado. Tomó la naturaleza humana, tomó la forma del hombre, y
sus necesidades fueron las necesidades del hombre. Tenía necesida-
des corporales que satisfacer, y cansancio físico del cual aliviarse.
Mediante la oración a su Padre fue fortalecido para enfrentar el
deber y la prueba. Cada día cumplía sus deberes tratando de salvar
almas. Su corazón estaba lleno de tierna simpatía por los fatigados y
cansados. Dedicó noches enteras a orar en favor de los tentados...
La oración precedía y santificaba cada acto de su ministerio...