El ejemplo de Jesús en la oración
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Para el obrero consagrado es una maravillosa fuente de consuelo
el saber que aun Cristo durante su vida terrenal buscaba a su Padre
diariamente en procura de nuevas provisiones de gracia necesaria; y
de esta comunión con Dios salía para fortalecer y bendecir a otros.
¡Contemplad al Hijo de Dios postrado en oración ante su Padre!
Aunque es el Hijo de Dios, fortalece su fe por la oración, y por la
comunión con el cíelo acumula en sí poder para resistir al mal y para
ministrar las necesidades de los hombres. Como Hermano Mayor de
nuestra especie, conoce las necesidades de aquellos que, rodeados de
flaquezas y viviendo en un mundo de pecado y de tentación, desean
todavía servir a Dios. Sabe que los mensajeros a quienes considera
dignos de enviar son hombres débiles y expuestos a errar; pero a
todos aquellos que se entregan enteramente a su servicio les promete
ayuda divina. Su propio ejemplo es una garantía de que la súplica
ferviente y perseverante a Dios con fe—la fe que induce a depender
enteramente de Dios y a consagrarse sin reservas a su obra—podrá
proporcionar a los hombres la ayuda del Espíritu Santo en la batalla
contra el pecado.
Todo obrero que siga el ejemplo de Cristo estará preparado para
recibir y usar el poder que Dios ha prometido a su iglesia para la
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maduración de la mies de la tierra. Mañana tras mañana, cuando los
heraldos del evangelio se arrodillan delante del Señor y renuevan
sus votos de consagración, él les concede la presencia de su Espíritu
con su poder vivificante y santificador. Y al salir para dedicarse a
los deberes diarios, tienen la seguridad de que el agente invisible del
Espíritu Santo los capacita para ser colaboradores juntamente con
Dios.—
Obreros Evangélicos, 527, 528
.
La oración fortalecía a Cristo ante las pruebas
—Cristo, nues-
tro Salvador, fue tentado en todo tal como nosotros, pero fue sin
pecado. Tomó la naturaleza humana, tomó la forma del hombre, y
sus necesidades fueron las necesidades del hombre. Tenía necesida-
des corporales que satisfacer, y cansancio físico del cual aliviarse.
Mediante la oración a su Padre fue fortalecido para enfrentar el
deber y la prueba. Cada día cumplía sus deberes tratando de salvar
almas. Su corazón estaba lleno de tierna simpatía por los fatigados y
cansados. Dedicó noches enteras a orar en favor de los tentados...
La oración precedía y santificaba cada acto de su ministerio...