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La Oración
que halla su gozo en leer la Palabra de Dios y en la hora de la
oración, será constantemente refrescado por los sorbos de la fuente
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de la vida. Logrará una altura de excelencia moral y una amplitud
de pensamiento que otros no pueden concebir. La comunión con
Dios estimula los buenos pensamientos, las aspiraciones nobles, la
percepción clara de la verdad y los elevados propósitos de acción.
Los que así se ponen en comunión con Dios, son reconocidos por él
como sus hijos e hijas. Se elevan constantemente obteniendo más
claros conceptos de Dios y de la eternidad, hasta que el Señor hace
de ellos conductos de luz y de sabiduría para el mundo.
Pero la oración no es entendida como se debiera. Nuestras ora-
ciones no han de informar a Dios de algo que él no sabe. El Señor
está al tanto de los secretos de cada alma. Nuestras oraciones no
tienen por qué ser largas ni decirse en voz alta. Dios lee los pensa-
mientos ocultos. Podemos orar en secreto, y el que ve en secreto
oirá y nos recompensará en público.
Las oraciones dirigidas a Dios para contarle todas nuestras des-
gracias cuando en realidad no nos sentimos desgraciados, son ora-
ciones hipócritas. Dios tiene en cuenta el corazón contrito. “Porque
así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre
es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado
y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y
para vivificar el corazón de los quebrantados”.—
Mensajes para los
Jóvenes, 245, 246
.
La fortaleza espiritual proviene de la oración privada
—Los
creyentes que se vistan con toda la armadura de Dios y que dediquen
algún tiempo diariamente a la meditación, la oración y el estudio de
las Escrituras, se vincularán con el cielo y ejercerán una influencia
salvadora y transformadora sobre los que los rodean. Suyos serán los
grandes pensamientos, las nobles aspiraciones, y las claras percep-
ciones de la verdad y el deber para con Dios. Anhelarán la pureza,
la luz, el amor y todas las gracias de origen celestial. Sus sinceras
oraciones penetrarán a través del velo. Esta clase de personas po-
seerá una confianza santificada para comparecer ante la presencia
del Infinito. Tendrán conciencia de que la luz y la gloria del cielo
son para ellos, y se convertirán en personas refinadas, elevadas y
ennoblecidas por causa de esta asociación íntima con Dios. Tal es el
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privilegio de los verdaderos cristianos.