Capítulo 17—La oración en el círculo del hogar
La familia debería orar junta cada mañana
—El culto fami-
liar no debiera ser gobernado por las circunstancias. No habéis de
orar ocasionalmente y descuidar la oración en un día de mucho tra-
bajo. Al hacer esto, inducís a vuestros hijos a considerar la oración
como algo no importante. La oración significa mucho para los hijos
de Dios y las acciones de gracias debieran elevarse delante de Dios
mañana y noche. Dice el salmista: “Venid, aclamemos alegremente
a Jehová; cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación. Lle-
guemos ante su presencia con alabanza; aclamémosle con cánticos”.
Padres y madres, por muy urgentes que sean vuestros negocios,
no dejéis nunca de reunir a vuestra familia en torno del altar de Dios.
Pedid el amparo de los santos ángeles para vuestra casa. Recordad
que vuestros amados están expuestos a tentaciones.
No pasemos por alto nuestras obligaciones hacia Dios al es-
forzarnos por atender la comodidad y felicidad de los huéspedes.
Ninguna consideración debería hacernos desatender la hora de la
oración. No habléis ni os entretengáis con otras cosas hasta el punto
de estar todos demasiado cansados para gozar de un momento de
devoción. Hacer esto es presentar a Dios una ofrenda imperfecta.
Deberíamos presentar nuestras súplicas y elevar nuestras voces en
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alabanza feliz y agradecida, a una hora temprana de la noche, cuando
podamos orar sin prisa e inteligentemente.
Vean todos los que visitan un hogar cristiano que la hora de
la oración es la más preciosa, la más sagrada y la más feliz del
día. Estos momentos de devoción ejercen una influencia refinadora,
elevadora sobre todos los que participan de ellos. Producen un
descanso y una paz gratos al espíritu.—
Conducción del Niño, 492,
493
.
El Señor tiene interés especial en la familia de sus hijos terre-
nales. Los ángeles ofrecen el humo del fragante incienso de las
oraciones de los santos. Por lo tanto, en el seno de cada familia
ascienda la oración al cielo por la mañana y en la fresca hora del
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