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La Oración
y a Dios. Si los padres obran con paciencia y amor, esforzándose
fervorosamente por ayudar a sus hijos a alcanzar la más alta norma
de pureza y modestia, tendrán éxito.—
El Hogar Cristiano, 186, 187
.
Sin el esfuerzo humano, resulta vano el esfuerzo divino. Dios
obrará con poder cuando, dependiendo confiadamente de él, los
padres se despierten y vean la responsabilidad sagrada que descansa
sobre ellos y procuren educar correctamente a sus hijos. Cooperará
con los padres que con cuidado y oración enseñan a sus hijos y
labren su propia salvación y la de ellos. Obrará en ellos el querer
y el hacer según su propio beneplácito.—
El Hogar Cristiano, 185,
186
.
Padres, ¿estáis obrando con energía incansable en favor de vues-
tros hijos? El Dios del cielo nota vuestra solicitud, vuestra labor
ferviente, vuestra vigilancia constante. Oye vuestras oraciones. Con
paciencia y ternura, educada vuestros hijos para el Señor. Todo el
cielo se interesa en vuestra obra. Los ángeles de luz se unirán a
vosotros mientras lucháis por guiar a sus hijos hacia el cielo. Dios
se unirá a vosotros y coronará de éxito vuestros esfuerzos. Cristo
se deleita en honrar a la familia cristiana; porque tal familia es un
símbolo de la familia del cielo.—
The Review and Herald, 29 de
enero de 1901
.
La importancia de las oraciones de la madre
—Los que obser-
van la ley de Dios consideran a sus hijos con sentimientos indefini-
bles de esperanza y temor, al preguntarse qué parte desempeñarán en
el gran conflicto que los espera. La madre ansiosa pregunta: “¿Qué
decisión tomarán? ¿Qué puedo hacer con el fin de prepararlos para
desempeñar bien su parte, de modo que obtengan la gloria eterna?”
Grandes responsabilidades pesan sobre vosotras, madres. Aunque
no os destaquéis en los consejos nacionales ... podéis hacer una gran
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obra para Dios y vuestra nación. Podéis educar a vuestros hijos.
Podéis ayudarles a desarrollar caracteres que no vacilarán ni serán
inducidos a hacer lo malo, sino que influirán en otros para que hagan
lo bueno. Por vuestras fervientes oraciones de fe, podéis mover el
brazo que mueve el mundo.—
El Hogar Cristiano, 239
.
La influencia de una madre de oración, temerosa de Dios, du-
rará por toda la eternidad. Ella puede ir a la tumba, pero su obra
perdurará.—
Testimonies for the Church 4:500
.