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La oración en el círculo del hogar
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Si las madres comprendiesen la importancia de su misión, pa-
sarían mucho tiempo en oración secreta, para presentar a sus hijos
a Jesús, implorar su bendición sobre ellos y solicitar sabiduría para
cumplir correctamente sus deberes sagrados. Aproveche la madre
toda oportunidad para modelar la disposición y los hábitos de sus
hijos. Observe con cuidado el desarrollo de sus caracteres para re-
primir los rasgos demasiado salientes y estimular aquellos en que
sean deficientes. Haga de su propia vida un ejemplo noble y puro
para los seres preciosos que le han sido confiados.
La madre debe dedicarse a su trabajo con valor y energía, con-
fiando constantemente en que la ayuda divina descansará sobre todos
sus esfuerzos. No debe descansar satisfecha antes de ver en sus híjos
una elevacíón gradual de carácter, antes que ellos tengan en la vida
un objeto superior al de procurar tan sólo su propio placer.
Es imposible evaluar el poder que ejerce la influencia de una
madre que ora. Ella reconoce a Dios en todos sus caminos. Lleva a
sus hijos ante el trono de gracia y presentándolos a Jesús le suplica
que los bendiga. La influencia de esos ruegos es para aquellos hijos
una “fuente de vida”. Esas oraciones, ofrecidas con fe, son el apoyo
y la fuerza de la madre cristiana. Descuidar el deber de orar con
nuestros hijos es perder una de las mayores bendiciones que están a
nuestro alcance, uno de los mayores auxilios que podamos obtener
en medio de las perplejidades, los cuidados y las cargas de nuestra
vida.
El poder de las oraciones de una madre no puede sobreestimarse.
La que se arrodilla al lado de su hijo y de su hija a través de las
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vicisitudes de la infancia y de los peligros de la juventud, no sabrá
jamás antes del día del juicio qué influencia ejercieron sus oraciones
sobre la vida de sus hijos. Si ella se relaciona por la fe con el Hijo
de Dios, su tierna mano puede substraer a su hijo del poder de la
tentación, e impedir que su hija participe en el pecado. Cuando la
pasión guerrea para predominar, el poder del amor, la influencia
resuelta, fervorosa y refrenadora que ejerce la madre puede inclinar
al alma hacia lo recto.—
El Hogar Cristiano, 240, 241
.
Las oraciones de las madres cristianas no son desatendidas por el
Padre de todos, que envió a su Hijo a la tierra para rescatar un pueblo
para sí. No desdeñará vuestras peticiones ni os dejará a vosotros y a
los vuestros para que Satanás os abofetee en el gran día del conflicto