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La Oración
para presentarle. Pero Nehemías no se atrevió a responder inmedia-
tamente. Estaban en juego importantes intereses. La suerte de una
nación dependía de la impresión que entonces se hiciera en la mente
del monarca, y en ese mismo instante Nehemías elevó una oración
al Dios del cielo antes de atreverse a responder al rey. El resultado
fue que obtuvo todo lo que pidió o aun deseó.—
The Signs of the
Times, 20 de octubre de 1887
.
Todos vuestros buenos propósitos y buenas intenciones no os
capacitarán para resistir la prueba de la tentación. Tenéis que ser
hombres y mujeres de oración. Vuestras peticiones no deben ser
lánguidas, ocasionales, ni caprichosas, sino ardientes, perseverantes
y constantes. No siempre es necesario estar solo, o arrodillarse para
orar; sino que en medio de vuestro trabajo cotidiano vuestra alma
puede a menudo elevarse a Dios, aferrándose de su fortaleza; enton-
ces seréis hombres y mujeres de un propósito elevado y santo, de
integridad noble, quienes por ninguna consideración serán desvia-
dos de la verdad, el bien y la justicia.—
Testimonies for the Church
4:542, 543
.
Debemos orar constantemente, con una mente humilde y con
un espíritu manso y dócil. No necesitamos esperar hasta tener la
oportunidad de arrodillarnos delante de Dios. Podemos orar al Señor
y hablar con él dondequiera que estemos.—
Mensajes Selectos 3:304
.
Las oraciones en público deben ser cortas y caracterizadas
por un tono natural de la voz
—Las oraciones largas de algunos
ministros han sido un gran fracaso. Orar un largo rato, como lo
hacen algunos, está del todo fuera de lugar. Lastiman la garganta y
los órganos vocales, y luego hablan de enfermarse por su ardua labor.
Se perjudican sin que sea necesario. Muchos piensan que la oración
daña las cuerdas vocales más que hablar. Esto se debe a la posición
antinatural del cuerpo y al modo de tener la cabeza. Pueden pararse
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y hablar, sin sentir molestia. La posición en la oración debiera ser
perfectamente natural. Las oraciones largas cansan, y no están de
acuerdo con el evangelio de Cristo. Media hora, o aun un cuarto de
hora es demasiado tiempo. Unos pocos minutos son suficientes para
presentarse ante Dios y decirle lo que desean; y conseguirán que la
gente los siga sin cansarse ni disminuir su interés en la devoción y la
oración. Así pueden ser renovados y fortalecidos en lugar de quedar
agotados.