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La Oración
que todas las cosas que pedis, recibireis; yo os contestaré.—
The
Gospel Herald, 28 de mayo de 1902
.
Podemos acercarnos a Dios con confianza por el nombre de
Jesús
—La humildad y la reverencia deben caracterizar el compor-
tamiento de todos los que se allegan a la presencia de Dios. En el
nombre de Jesús podemos acercarnos a él con confianza, pero no
debemos hacerlo con la osadía de la presunción, como si el Señor
estuviese al mismo nivel que nosotros. Algunos se dirigen al Dios
grande, todopoderoso y santo, que habita en luz inaccesible, como
si se dirigieran a un igual o a un inferior. Hay quienes se comportan
en la casa de Dios como no se atreverían a hacerlo en la sala de
audiencias de un soberano terrenal. Los tales debieran recordar que
están ante la vista de Aquel a quien los serafines adoran, y ante quien
los ángeles cubren su rostro.—
Patriarcas y Profetas, 256, 257
.
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En el nombre de Jesús podemos llegar a la presencia de Dios con
la confianza de un niño. No hace falta que algún hombre nos sirva
de mediador. Por medio de Jesús, podemos abrir nuestro corazón a
Dios como a quien nos conoce y nos ama.—
El Discurso Maestro de
Jesucristo, 73
.
Dios honrará el nombre de Jesús en nuestras oraciones
—To-
da promesa de la Palabra de Dios viene a ser un motivo para orar,
pues su cumplimiento nos es garantizado por la palabra emplea-
da por Jehová. Tenemos el privilegio de pedir por medio de Jesús
cualquier bendición espiritual que necesitemos. Podemos decir al
Señor exactamente lo que necesitamos, con la sencillez de un niño.
Podemos exponerle nuestros asuntos temporales, y suplicarle pan
y ropa, así como el pan de vida y el manto de la justicia de Cristo.
Nuestro Padre celestial sabe que necesitamos todas estas cosas, y
nos invita a pedírselas. En el nombre de Jesús es como se recibe todo
favor. Dios honrará ese nombre y suplirá nuestras necesidades con
las riquezas de su liberalidad.—
El Discurso Maestro de Jesucristo,
112, 113
.
No solamente debemos orar en el nombre de Cristo, sino por la
inspiración del Espíritu Santo. Esto explica lo que significa el pasaje
que dice que “el mismo Espíritu pide por nosotros con gemidos
indecibles”. Dios se deleita en contestar tal oración. Cuando con
fervor e intensidad expresamos una oración en el nombre de Cristo,
hay en esa misma intensidad una prenda de Dios que nos asegura que