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La oración pidiendo perdón
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revestidos con mi justicia—mediante oración, mediante vigilancia,
mediante diligente estudio de mi Palabra—podréis alcanzar una nor-
ma elevada. Entenderéis la verdad, y vuestro carácter será modelado
por una influencia divina, pues ésta es la voluntad de Dios: vuestra
santificación”.—
Comentario Bíblico Adventista 3:1180
.
Es sumamente necesario que oremos a fin de tener poder de lo
alto para ver y resistir las tentaciones del enemigo; pero Satanás
siempre procura evitar que los hombres oren, llenando su tiempo con
negocios o placer, o guiándolos a tanta maldad que ya no sienten el
deseo de orar. El Señor Jesús ha hecho accesible el cielo para todos
los que vengan a él, e invita a los niños y jóvenes a venir. Él dijo:
“Dejad a los niños venir a mí, y no les impidáis, porque de ellos es
el reino de Dios”. Jesús quiere que los niños y los jóvenes acudan
a él con la misma confianza con que van a sus padres. Así como
un niño pide pan a su madre o a su padre cuando tiene hambre, así
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quiere el Señor que le pidan las cosas que necesitan. Si sus pecados
pesan sobre su corazón, han de venir ante Dios y decirle: “Por los
méritos de Cristo, perdona mis pecados”. Cada oración sincera será
escuchada en el cielo, y cada petición ferviente por gracia y fortaleza
será contestada.—
The Youth’s Instructor, 7 de julio de 1892
.
Cada oración por perdón debe demostrar que es sincera
“No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu”.
Salmos 51:11
. Tanto el arrepentimiento como el perdón son dones de
Dios que recibimos por medio de Cristo. Gracias a la influencia del
Espíritu Santo somos convencidos de pecado y sentimos la necesidad
de perdón. Siendo que la gracia de Dios es la que produce contrición,
ninguno es perdonado a no ser por la gracia del Señor que contrita el
corazón. Puesto que conoce nuestras debilidades y flaquezas, Dios
está dispuesto a ayudarnos. Él oye la oración de fe; sin embargo,
la sinceridad de la plegaria únicamente puede demostrarse si hay
un real esfuerzo personal de vivir en armonía con la gran norma
que prueba el carácter de cada persona. Necesitamos abrir nuestros
corazones a la influencia del Espíritu y a la experiencia de su poder
transformador.—
Recibiréis Poder, 58
.
“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”.
¿Por qué será que no creemos en la promesa de Dios? El pedir y el
recibir se hallan íntimamente vinculados. Si pide con fe las cosas
que Dios ha prometido, las recibirá. Mire a Jesús por las cosas que