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La Oración
alcanzar. Aprovecharán toda oportunidad de colocarse donde puedan
recibir rayos de luz celestial.
Debemos también orar en el círculo de nuestra familia; y sobre
todo no descuidar la oración privada, porque ésta es la vida del alma.
Es imposible que el alma florezca cuando se descuida la oración. La
sola oración pública o con la familia no es suficiente. En medio de
la soledad abrid vuestra alma al ojo penetrante de Dios. La oración
secreta sólo debe ser oída del que escudriña los corazones: Dios.
Ningún oído curioso debe recibir el peso de tales peticiones. En la
oración privada el alma está libre de las influencias del ambiente,
libre de excitación. Tranquila pero fervientemente se extenderá
la oración hacia Dios. Dulce y permanente será la influencia que
dimana de Aquel que ve en lo secreto, cuyo oído está abierto a
la oración que sale de lo profundo del alma. Por una fe sencilla
y tranquila el alma se mantiene en comunión con Dios y recoge
los rayos de la luz divina para fortalecerse y sostenerse en la lucha
contra Satanás. Dios es la fuente de nuestra fuerza.
Orad en vuestra habitación privada; y al ir a vuestro trabajo
cotidiano, levantad a menudo vuestro corazón a Dios. De este modo
anduvo Enoc con Dios. Esas oraciones silenciosas llegan como
precioso incienso al trono de la gracia. Satanás no puede vencer a
aquel cuyo corazón está así apoyado en Dios.
No hay tiempo o lugar en que sea impropio orar a Dios. No
hay nada que pueda impedirnos elevar nuestro corazón en ferviente
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oración. En medio de las multitudes y del afán de nuestros negocios,
podemos ofrecer a Dios nuestras peticiones e implorar la divina
dirección, como lo hizo Nehemías cuando hizo la petición delante
del rey Artajerjes. En dondequiera que estemos podemos estar en
comunión con él. Debemos tener abierta continuamente la puerta
del corazón, e invitar siempre a Jesús a venir y morar en el alma
como huésped celestial.
Aunque estemos rodeados de una atmósfera corrompida y man-
chada, no necesitamos respirar sus miasmas, antes bien podemos
vivir en la atmósfera limpia del cielo. Podemos cerrar la entrada a
toda imaginación impura y a todo pensamiento perverso, elevando
el alma a Dios mediante la oración sincera. Aquellos cuyo corazón
esté abierto para recibir el apoyo y la bendición de Dios, andarán