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Nuestra necesidad de la oración
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cristianos tienen un ejemplo para su oración matutina y vespertina.
Si bien Dios condena la mera ejecución de ceremonias que carezcan
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del espíritu de culto, mira con gran satisfacción a los que le aman y
se postran de mañana y tarde, para pedir el perdón de los pecados
cometidos y las bendiciones que necesitan.—
Patriarcas y Profetas,
366, 367
.
La oración nos conecta con el cielo
—Los creyentes que se
vistan con toda la armadura de Dios y que dediquen algún tiempo
diariamente a la meditación, la oración y el estudio de las Escrituras,
se vincularán con el cielo y ejercerán una influencia salvadora y
transformadora sobre los que los rodean. Suyos serán los grandes
pensamientos, las nobles aspiraciones, y las claras percepciones de
la verdad y el deber para con Dios. Anhelarán la pureza, la luz, el
amor y todas las gracias de origen celestial. Sus sinceras oraciones
penetrarán a través del velo. Esta clase de personas poseerá una
confianza santificada para comparecer ante la presencia del Infinito.
Tendrán conciencia de que la luz y la gloria del cielo son para ellos,
y se convertirán en personas refinadas, elevadas y ennoblecidas por
causa de esta asociación íntima con Dios. Tal es el privilegio de los
verdaderos cristianos.—
Testimonios para la Iglesia 5:105, 106
.
La oración como la primera actividad del día
—Conságrate
a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primer trabajo. Sea tu
oración: “Tómame ¡oh Señor! como enteramente tuyo. Pongo todos
mis planes a tus pies. Úsame hoy en tu servicio. Mora conmigo,
y sea toda mi obra hecha en ti”. Este es un asunto diario. Cada
mañana conságrate a Dios por ese día. Somete todos tus planes a
él, para ponerlos en práctica o abandonarlos según te lo indicare su
providencia. Sea puesta así tu vida en las manos de Dios, y será así
cada vez más semejante a la de Cristo.—
El Camino a Cristo, 69, 70
.
La primera aspiración del alma por la mañana debe ser la de
acudir a la presencia de Jesús. “Sin mí—dice Cristo—nada podéis
hacer”. Jesús es lo que necesitamos: su luz, vida y espíritu deben
ser nuestros constantemente. Lo necesitamos cada hora. Y por la
mañana debemos pedir en oración que tal como el sol ilumina la
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campiña y llena el mundo de luz, el Sol de justicia brille en los
recintos de la mente y el corazón, y nos haga todo luz en el Señor.
No podemos vivir un momento sin su presencia. El enemigo sabe
cuándo empezamos a hacer a un lado a nuestro Señor, y allí está él,