Página 32 - La Oraci

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La Oración
puede conservar la fidelidad y la serenidad de la mente mediante la
vigilancia y la oración.—
Mensajes para los Jóvenes, 78
.
La victoria sólo se alcanza con oración sincera
—No se gana
la victoria sin mucha oración ferviente, sin humillar el yo a cada paso.
Nuestra voluntad no ha de verse forzada a cooperar con los agentes
divinos; debe someterse de buen agrado.—
El Discurso Maestro de
Jesucristo, 120
.
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Debemos separar tiempo para orar
—Deberíamos aprender
ahora a conocer a Dios, poniendo a prueba sus promesas. Los ángeles
toman nota de cada oración ferviente y sincera. Sería mejor sacrificar
nuestros propios gustos antes que descuidar la comunión con Dios.
La mayor pobreza y la más absoluta abnegación, con la aprobación
divina, valen más que las riquezas, los honores, las comodidades y
amistades sin ella. Debemos darnos tiempo para orar.—
El Conflicto
de los Siglos, 680
.
Debemos pasar mucho tiempo en oración
—Úsese mucho
tiempo en oración y en un examen minucioso de la Palabra. Que
todos atesoren en sus propias almas los verdaderos conceptos de la
fe al creer que el Espíritu Santo les será impartido porque realmente
tienen hambre y sed de justicia... Hay que orar más, creer y recibir
más, y debe haber una mayor colaboración con Dios.—
Exaltad a
Jesús, 174
.
Oremos como nunca antes
—Mirad a Jesús con sencillez y
fe. Contemplad al Salvador hasta que vuestro espíritu desfallezca
bajo el exceso de luz. Oramos y creemos sólo a medias. “Pedid,
y se os dará”.
Lucas 11:9
. Orad, creed, fortaleceos unos a otros.
Orad como nunca habéis orado, para que el Señor ponga su mano
sobre vosotros, y seáis habilitados para comprender la longitud, la
anchura, la profundidad y la altura del amor de Cristo, que sobrepuja
todo entendimiento, y estéis henchidos de la plenitud de Dios.—
Testimonios para la Iglesia 7:204
.
Ore, sí, ore como nunca antes, para que no sea engañado por
las artimañas de Satanás, para que no se entregue a una actitud
descuidada y vana, y para que no asista a las reuniones religiosas
sólo para calmar su propia conciencia.—
Testimonios para la Iglesia
2:131
.