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La oración de fe
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que os llama, el cual también hará”.
1 Tesalonicenses 5:24
. Recorred
el paso angosto de la fe. Confiad en las promesas del Señor. Ese es el
tiempo cuando se debe manifestar fe. Pero a menudo dejáis que los
sentimientos os dirijan. Buscáis en vosotros algo de valor cuando no
os sentís reconfortados por el Espíritu de Dios, y desesperáis porque
no podéis encontrarlo. No confiáis suficientemente en Jesús, en el
amante Jesús. No dejáis que sus méritos sean todo. Lo mejor que
vosotros podáis hacer no merecerá el favor de Dios. Son los méritos
de Jesús los que os salvarán, es su sangre la que os limpiará. Pero
vosotros debéis realizar esfuerzos. Debéis hacer lo que podáis de
vuestra parte. Sed celosos y arrepentíos, y luego creed.
No confundáis la fe y los sentimientos, porque son cosas dife-
rentes. Nosotros podemos ejercer la fe. Esta fe debemos mantenerla
en actividad. Creed, creed, dejad que vuestra fe se apodere de la
bendición, y ésta será vuestra. Vuestros sentimientos no tienen nada
que hacer con esta fe. Cuando la fe traiga la bendición a vuestro
corazón, y vosotros sintáis regocijo en la bendición, eso ya no es fe,
sino sentimiento.—
Testimonios para la Iglesia 1:156
.
La oración y la fe se apropian del poder de Dios
—¡Cuán
fuertes son la verdadera fe y la verdadera oración! Son como dos
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brazos por los cuales el suplicante humano se ase del poder del Amor
Infinito. La fe consiste en confiar en Dios, en creer que nos ama
y sabe lo que es mejor para nuestro bien. Así, en vez de nuestro
camino, nos induce a preferir el suyo. En vez de nuestra ignorancia,
acepta su sabiduría; en vez de nuestra debilidad, su fuerza; en vez de
nuestro pecado, su justicia. Nuestra vida, nosotros mismos, somos ya
suyos; la fe reconoce su derecho de posesión, y acepta su bendición.
Se indican la verdad, la integridad y la pureza como secretos del éxito
en la vida. La fe es la que nos pone en posesión de estas virtudes.
Todo buen impulso o aspiración provienen de Dios; la fe recibe
de Dios la vida que es lo único que puede producir crecimiento y
eficiencia verdaderos.—
Obreros Evangélicos, 273
.
Nuestras vidas deben estar en armonía con nuestras peticio-
nes
—Oren con fe. Y asegúrense de colocar sus vidas en armonía
con sus peticiones, de modo que puedan recibir las bendiciones que
han demandado. Que no se debilite su fe, porque las bendiciones
que se reciben son proporcionales a la fe que se ejerce. “Conforme
a vuestra fe os sea hecho”. “Y todo lo que pidiereis en oración, cre-