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La oración que vence
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Las tinieblas del malo cercan a aquellos que descuidan la ora-
ción. Las tentaciones secretas del enemigo los incitan al pecado;
y todo porque no se valen del privilegio que Dios les ha concedi-
do de la bendita oración. ¿Por qué han de ser los hijos e hijas de
Dios tan remisos para orar, cuando la oración es la llave en la mano
de la fe para abrir el almacén del cielo, en donde están atesorados
los recursos infinitos de la Omnipotencia? Sin oración incesante
y vigilancia diligente, corremos el riesgo de volvernos indiferen-
tes y de desviarnos del sendero recto. Nuestro adversario procura
constantemente obstruir el camino al propiciatorio, para que no ob-
tengamos mediante ardiente súplica y fe, gracia y poder para resistir
a la tentación.—
El Camino a Cristo, 93, 94
.
Como Jacob, luchemos en oración
—Tened fervor y sinceridad.
La oración ferviente es muy eficaz. Como Jacob, luchad en oración.
Agonizad. En el huerto, Jesús sudó grandes gotas de sangre; pero
habéis de hacer un esfuerzo. No abandonéis vuestra recámara hasta
que os sintáis fuertes en Dios; luego velad y mientras veléis y oréis,
podréis dominar los pecados que os asedian, y la gracia de Dios
podrá manifestarse en vosotros; y lo hará.—
Testimonios para la
Iglesia 1:148, 149
.
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Jacob prevaleció, porque fue perseverante y decidido. Su expe-
riencia atestigua el poder de la oración insistente. Este es el tiempo
en que debemos aprender la lección de la oración que prevalece y
de la fe inquebrantable. Las mayores victorias de la iglesia de Cristo
o del cristiano no son las que se ganan mediante el talento o la edu-
cación, la riqueza o el favor de los hombres. Son las victorias que se
alcanzan en la cámara de audiencia con Dios, cuando la fe fervorosa
y agonizante se ase del poderoso brazo de la omnipotencia.
Los que no estén dispuestos a dejar todo pecado ni a buscar
seriamente la bendición de Dios, no la alcanzarán. Pero todos los
que se afirmen en las promesas de Dios como lo hizo Jacob, y sean
tan vehementes y constantes como lo fue él, alcanzarán el éxito que
él alcanzó.—
Patriarcas y Profetas, 201, 202
.
Luchemos en oración hasta alcanzar la victoria
—Dios será
para nosotros todo lo que le permitamos ser. Nuestras oraciones
lánguidas y sin entusiasmo no tendrán respuesta del cielo. ¡Oh,
necesitamos insistir en nuestras peticiones! Pedid con fe, esperad
con fe, recibid con fe, regocijaos con esperanza, porque todo aquel