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El poder de la oración
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Vosotros que os quejáis que Dios no oye vuestras oraciones, cam-
biad el orden actual, y mezclad alabanzas con vuestras peticiones.
Cuando consideréis su bondad y misericordia, hallaréis que él tiene
en cuenta vuestras necesidades.
Orad, orad fervientemente y sin cesar, pero no os olvidéis de
alabar a Dios.—
Testimonios para la Iglesia 5:297
.
El poder de la oración produce frutos en nuestra obra para
Dios
—Los que están en las tinieblas del error han sido comprados
con la sangre de Cristo. Son el fruto de sus sufrimientos, y ha de
trabajarse por ellos. Que nuestros colportores sepan que están tra-
bajando por el avance del reino de Cristo. Él les enseñará, mientras
avancen para hacer la obra que Dios les ha señalado, a amonestar al
mundo acerca del juicio que se aproxima. Acompañado por el poder
de persuasión, el poder de la oración, el poder del amor de Cristo, la
obra del evangelista no puede quedar ni quedará sin fruto. Pensad
en el interés que el Padre y el Hijo tienen en esta obra. Así como el
Padre ama al Hijo, el Hijo ama a los que son suyos, los que trabajan
como él trabajó para salvar a las almas que perecen. Nadie necesita
sentirse impotente; pues Cristo declara: “Toda potestad me es dada
en el cielo y en la tierra”. Él ha prometido que dará su poder a sus
obreros. El poder de Cristo llegará a ser el de ellos.—
El Colportor
Evangélico, 151
.
Satanás no puede vencer al que ora
—El enemigo no puede
vencer al humilde alumno de Cristo, al que ora y anda en presencia
del Señor. Cristo se interpone entre ambos como un escudo, un
refugio, para desviar los ataques del maligno. Se ha prometido lo
siguiente: “Porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu
de Jehová levantará bandera contra él”... No hay poder en todo el
ejército satánico que pueda desarmar al alma que confía, con sencilla
fe, en la sabiduría que desciende de Dios.—
Mi Vida Hoy, 326
.
La oración da poder para resistir la tentación
—Sin oración
incesante y vigilancia diligente, corremos el riesgo de volvernos
indiferentes y de desviarnos del sendero recto. Nuestro adversario
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procura constantemente obstruir el camino al propiciatorio, para que
no obtengamos mediante ardiente súplica y fe, gracia y poder para
resistir a la tentación.—
El Camino a Cristo, 94
.
El descuido de la oración y el estudio de la Biblia nos hace
vulnerables a la tentación
—Muchas veces las tentaciones parecen