Página 133 - Primeros Escritos (1962)

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Preparación para la venida de Cristo
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Sublime. De nuestros corazones debe fluir amor y gratitud hacia
Aquel que estuvo tan henchido de amor y compasión hacia nosotros.
Debemos honrarlo con nuestra vida, y demostrar con nuestra santa
y pura conversación que hemos nacido de lo alto, que este mundo
no es nuestra patria, sino que somos peregrinos y advenedizos aquí,
que viajan hacia una patria mejor.
Muchos que profesan el nombre de Cristo y dicen que aguardan
su pronta venida, no saben lo que es sufrir por Cristo. Sus corazones
no están subyugados por la gracia, y no han muerto al yo, como
a menudo lo demuestran de diversas maneras. Al mismo tiempo
hablan de tener pruebas. Pero la causa principal de sus pruebas se
halla en un corazón que no ha sido subyugado, que sensibiliza tanto
al yo que se irrita con frecuencia. Si los tales pudiesen comprender
lo que es ser un humilde seguidor de Cristo, un verdadero cristiano,
comenzarían a trabajar a conciencia y correctamente. Primero mori-
rían al yo, luego serían fervientes en la oración, y dominarían toda
pasión del corazón. Renunciad a vuestra confianza propia y a vuestra
suficiencia propia, hermanos, y seguid al manso Dechado. Tened
siempre a Cristo presente, y recordad que es vuestro ejemplo y que
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debéis andar en sus pisadas. Mirad a Jesús, autor de nuestra fe, quien
por el gozo que le fué propuesto soportó la cruz, despreciando la
vergüenza. Sufrió la contradicción de los pecadores. Por causa de
nuestros pecados fué una vez el Cordero manso, herido, golpeado e
inmolado.
Por lo tanto, suframos alegremente algo por amor de Jesús, cruci-
fiquemos diariamente el yo, y participemos aquí de los sufrimientos
de Cristo, a fin de que seamos participantes con él de su gloria, y
seamos coronados de gloria, honor, inmortalidad y vida eterna.
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