Página 139 - Primeros Escritos (1962)

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A los inexpertos
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vestiduras. Una gran obra tiene que ser hecha en favor del residuo.
Muchos de los que lo componen se espacian en pruebas menudas.”
Dijo el ángel: “Os rodean legiones de malos ángeles, y están tratando
de esparcir sus espantosas tinieblas, a fin de apresaros en sus lazos.
Permitís que vuestra atención sea distraída con demasiada facilidad
de la obra de preparación y de las importantísimas verdades para
estos días postreros. Y vosotros os espaciáis en pruebas pequeñas
y entráis en detalles minuciosos de dificultades insignificantes para
explicar éstas a satisfacción de éste o de aquél.” La conversación ha
durado horas entre las partes afectadas, y no sólo han malgastado
su tiempo, sino que han retenido a los siervos de Dios para que las
escucharan, cuando el corazón de ambas partes no estaba subyugado
por la gracia. Si se pusieran a un lado el orgullo y el egoísmo, cinco
minutos bastarían para eliminar la mayoría de las dificultades. Los
ángeles han sido contristados y Dios ha sentido desagrado por las
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horas que se han dedicado a la justificación propia. Vi que Dios no
quiere inclinarse y escuchar largas justificaciones, ni quiere que lo
hagan sus siervos, y que se pierda así un tiempo precioso que debiera
dedicarse a enseñar a los transgresores el error de sus caminos y a
arrancar almas del fuego.
Vi que los hijos de Dios están en terreno encantado, y que algu-
nos han perdido casi todo sentido de cuán corto es el tiempo y de
cuánto vale el alma. Se ha deslizado orgullo entre los observadores
del sábado—el orgullo de la vestimenta y de las apariencias. Dijo
el ángel: “Los observadores del sábado habrán de morir al yo, al
orgullo y al amor de la aprobación.”
La verdad, la verdad salvadora, debe ser dada a las personas que
mueren de hambre en las tinieblas. Vi que muchos pedían a Dios
en oración que los humillase; pero si Dios contestase sus oraciones,
sería mediante cosas terribles en justicia. Era deber de ellos humi-
llarse. Vi que si se toleraba la penetración del ensalzamiento propio,
extraviaría sin duda alguna a las almas, y las arruinaría si no se lo
vencía. Cuando uno comienza a considerarse exaltado y piensa que
puede hacer algo, el Espíritu de Dios se retira, y esa persona sigue
avanzando en su propia fuerza hasta que es derribada. Vi que un san-
to, si anda correctamente, podrá mover el brazo de Dios; pero toda
una multitud será débil y nada podrá hacer si no anda correctamente.