Página 147 - Primeros Escritos (1962)

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El don de Dios al hombre
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perdón; para que por los méritos de su sangre y su obediencia a la ley
de Dios, obtuviese el favor del Padre y volviese al hermoso huerto
del cual había sido expulsado. Entonces volvería a tener acceso al
fruto glorioso e inmortal del árbol de la vida, cuyo derecho había
perdido.
Entonces se llenó el cielo de inefable júbilo. El coro celestial
entonó un cántico de alabanza y adoración. Tocaron las arpas y
cantaron con una nota más alta que antes, por la gran misericor-
dia y condescendencia de Dios al dar a su amado Hijo para que
muriese por una raza rebelde. Expresaron alabanza y adoración
por el abnegado sacrificio de Jesús, que consentía en dejar el seno
del Padre y escoger una vida de sufrimientos y angustias y morir
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ignominiosamente para poder dar vida a otros.
Dijo el ángel: “¿Creéis que el Padre entregó sin lucha alguna
a su querido y amado Hijo? No, no.” El Dios del cielo luchó entre
dejar que el hombre culpable pereciese o entregar a su amado Hijo
para que muriese por la raza humana. Los ángeles tenían tan vivo
interés en la salvación del hombre que no faltaban entre ellos quienes
habrían renunciado a su gloria y dado su vida por el hombre que
había de perecer. “Pero—dijo el ángel—eso no serviría de nada.” La
transgresión fué tan enorme que la vida de un ángel no bastaría para
satisfacer la deuda. Únicamente podía pagarla la muerte e intercesión
de su Hijo para salvar al hombre perdido de su desesperada tristeza
y miseria.
Pero a los ángeles se les encomendó la misión de ascender y
descender desde la gloria con el bálsamo fortalecedor que aliviase al
Hijo de Dios en sus sufrimientos, y de servirle. También había de ser
su labor defender o custodiar a los súbditos de la gracia contra los
ángeles malos, y librarlos de las tinieblas en que Satanás constante-
mente trataría de envolverlos. Vi que le era imposible a Dios alterar
o mudar su ley, para salvar al hombre perdido y pereciente; por tanto
consintió en que su amado Hijo muriese por las transgresiones del
hombre.
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Los Dones Espirituales
Primer Tomo
La Gran Controversia