Página 164 - Primeros Escritos (1962)

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La caída de Satanás
Satanás fué una vez un ángel a quien se honraba en el cielo, el que
seguía en orden a Cristo. Su semblante, como el de otros ángeles, era
benigno y denotaba felicidad. Su frente, alta y espaciosa, indicaba
poderosa inteligencia. Su figura era perfecta, y su porte noble y
majestuoso. Pero cuando Dios dijo a su Hijo: “Hagamos al hombre
a nuestra imagen,” Satanás sintió celos de Jesús. Deseó que se le
consultase acerca de la formación del hombre, y porque esto no se
hizo, se llenó de envidia, celos y odio. Deseó recibir los más altos
honores después de Dios, en el cielo.
Hasta entonces todo el cielo había estado en orden, armonía y
perfecta sumisión al gobierno de Dios. Rebelarse contra su orden
y voluntad era el mayor pecado. Todo el cielo parecía estar en con-
moción. Los ángeles fueron reunidos en compañías, teniendo cada
división a su cabeza un ángel superior que la comandaba. Satanás,
deseoso de exaltarse, no queriendo someterse a la autoridad de Je-
sús, sembraba insinuaciones contra el gobierno de Dios. Algunos
de los ángeles simpatizaban con Satanás en su rebelión, y otros
contendían esforzadamente por el honor y la sabiduría de Dios al
dar autoridad a su Hijo. Hubo contienda entre los ángeles. Satanás
y los que simpatizaban con él luchaban por reformar el gobierno
de Dios. Querían escudriñar su insondable sabiduría, y averiguar
cuál era su propósito al ensalzar a Jesús y dotarle de tan ilimitado
poder y comando. Se rebelaron contra la autoridad del Hijo. Toda la
hueste celestial fué convocada para que compareciese ante el Padre
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a fin de que se decidiese cada caso. Se determinó allí que Satanás
fuese expulsado del cielo, con todos los ángeles que se le habían
unido en la rebelión. Hubo entonces guerra en el cielo. Los ángeles
se empeñaron en batalla; Satanás quiso vencer al Hijo de Dios y
a aquellos que se sometían a su voluntad. Pero prevalecieron los
ángeles buenos y fieles, y Satanás, con sus secuaces, fué expulsado
del cielo.
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