Página 227 - Primeros Escritos (1962)

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El misterio de iniquidad
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sus representantes a intentar cambiar el cuarto, o sea el mandamiento
del día de reposo, con lo que alterarían el único de los diez que revela
al Dios verdadero, el Creador de los cielos y de la tierra. Satanás
recordó a sus representantes la gloriosa resurrección de Jesús y les
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dijo que por haber resucitado el primer día de la semana, el Salvador
había trasladado el descanso del séptimo al primer día de la semana.
Así se valió Satanás de la resurrección en provecho de sus pro-
pósitos. El y sus ángeles se congratularon de que los errores por
ellos preparados fuesen aceptados tan favorablemente entre quienes
se llamaban amigos de Cristo. Lo que uno consideraba con religioso
horror, lo admitía otro, y así fueron celosamente acogidos y defendi-
dos diferentes errores. La voluntad de Dios, tan claramente revelada
en su Palabra, fué encubierta con errores y tradiciones que eran
enseñados como mandamientos de Dios. Aunque este engaño que
desafía al cielo será tolerado hasta la segunda venida de Jesús, no ha
quedado Dios sin testigos durante todo ese tiempo de error y engaño.
En medio de las tinieblas y persecuciones contra la iglesia, siempre
hubo cristianos que guardaron fielmente todos los mandamientos de
Dios.
Vi que la hueste angélica llenóse de asombro al contemplar
la pasión y muerte del Rey de gloria; pero también vi que no le
sorprendió que el Señor de la vida y de la gloria, el que henchía
los cielos de gozo y esplendor, quebrantase los lazos de la muerte
y surgiese de la tumba como triunfante vencedor. Por lo tanto, si
uno de estos dos sucesos hubiese de conmemorarse por un día de
descanso, habría de ser el de la crucifixión. Pero yo vi que ninguno
de estos acontecimientos estaba destinado a mudar o revocar la ley de
Dios, sino que, por el contrario, corroboraban su carácter inmutable.
Ambos importantes sucesos tienen su peculiar conmemoración.
Al participar del pan quebrantado y del fruto de la vid en la cena del
Señor, recordamos su muerte hasta que él venga. Así se renuevan en
nuestra memoria las escenas de su pasión y muerte. Conmemoramos
la resurrección de Cristo al ser sepultados con él en el bautismo
y levantarnos de la tumba líquida para vivir en novedad de vida a
semejanza de su resurrección.
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Se me mostró que la ley de Dios permanecerá inalterable por
siempre y regirá en la nueva tierra por toda la eternidad. Cuando
en la creación se echaron los cimientos de la tierra, los hijos de