Página 238 - Primeros Escritos (1962)

Basic HTML Version

234
Primeros Escritos
y santo, todavía permanecería en ella el poder del Espíritu Santo
que recibieron los discípulos. Sanarían los enfermos, los demonios
serían reprobados y echados, y la iglesia sería potente, y un terror
para sus enemigos.
Vi una numerosa compañía que profesaba el nombre de Cristo,
pero Dios no la reconocía como suya. No se complacía en ella.
Satanás asumía carácter religioso y estaba dispuesto a que la gente
se creyese cristiana; y hasta estaba también ansioso de que creyeran
en Jesús, en su crucifixión y resurrección. Satanás y sus ángeles
creen todo esto ellos mismos y tiemblan. Pero si la fe del cristiano
no le mueve a buenas obras ni induce a quienes la profesan a imi-
tar la abnegación de Cristo, Satanás no se conturba, porque como
entonces los cristianos lo son sólo de nombre y sus corazones con-
tinúan siendo carnales, él puede emplearlos en su servicio mucho
mejor que si no profesaran ser cristianos. Ocultando su deformidad
bajo el nombre de cristianos, pasan por la vida con sus profanos
temperamentos y sus indómitas pasiones. Esto da motivo a que los
incrédulos achaquen a Cristo las imperfecciones de los llamados
cristianos, y desacrediten a los de pura e inmaculada religión.
Los ministros ajustan sus sermones al gusto de los cristianos
mundanos. No se atreven a predicar a Jesús ni las penetrantes ver-
dades de la Biblia, porque si lo hiciesen, estos cristianos mundanos
[228]
no quedarían en las iglesias. Sin embargo, como la mayor parte
de ellos son gente rica, los ministros procuran retenerlos, aunque
no sean más merecedores de estar en la iglesia que Satanás y sus
ángeles. Esto es precisamente lo que Satanás quería. Hace aparecer
la religión de Jesús como popular y honrosa a los ojos de los munda-
nos. Dice a la gente que quienes profesan la religión recibirán más
honores del mundo. Estas enseñanzas difieren notablemente de las
de Cristo. La doctrina de él y el mundo no pueden convivir en paz.
Quienes siguen a Cristo han de renunciar al mundo. Las enseñanzas
halagadoras provienen de Satanás y sus ángeles. Ellos trazaron el
plan, y los cristianos nominales lo llevaron a cabo. Enseñaron fábu-
las agradables que las gentes creyeron fácilmente, y se agregaron a
la iglesia pecadores hipócritas y descarados. Si la verdad hubiese
sido predicada en su pureza, pronto habría eliminado a esa clase.
Pero no hubo diferencia entre los que profesaban servir a Cristo y
los mundanos. Vi que si la falsa cubierta hubiese sido arrancada de