Página 254 - Primeros Escritos (1962)

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Primeros Escritos
períodos proféticos, pero no pudo descubrir error alguno. El tiempo
se había cumplido, pero ¿dónde estaba su Salvador? Ellos le habían
perdido.
Me fué mostrado el chasco que sufrieron los discípulos cuando
fueron al sepulcro y no encontraron el cuerpo de Jesús. María dijo:
“Se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.” Los ángeles
dijeron a los discípulos entristecidos que su Señor había resucitado,
e iba delante de ellos a Galilea.
En forma parecida, vi que Jesús consideraba con la más pro-
funda compasión a los que se habían chasqueado después de haber
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aguardado su venida; y envió a sus ángeles para que dirigiesen sus
pensamientos de modo que pudiesen seguirle adonde estaba. Les
mostró que esta tierra no es el santuario, sino que él debía entrar en
el lugar santísimo del santuario celestial para hacer expiación por su
pueblo y para recibir el reino de parte de su Padre, y que después
volvería a la tierra y los llevaría a morar con él para siempre. El
chasco de los primeros discípulos representa bien el de aquellos que
esperaban a su Señor en 1844.
Fuí transportada al tiempo cuando Cristo entró triunfalmente en
Jerusalén. Los gozosos discípulos creían que él iba a tomar entonces
el reino y reinar como príncipe temporal. Siguieron a su Rey con
grandes esperanzas, cortando hermosas palmas, sacando sus ropas
exteriores y extendiéndolas con celo entusiasta por el camino. Al-
gunos le precedían y otros le seguían, clamando: “¡Hosanna al Hijo
de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna
en las alturas!” La excitación perturbó a los fariseos, y desearon
que Jesús reprendiese a sus discípulos. Pero él les dijo: “Si éstos
callaran, las piedras clamarían.” La profecía de (
Zacarías 9:9
) debía
cumplirse; sin embargo los discípulos estaban condenados a sufrir
un amargo chasco. A los pocos días siguieron a Jesús al Calvario, y
le vieron sangrante y lacerado en la cruz cruel. Presenciaron su ago-
nía y su muerte y lo depositaron en la tumba. El pesar ahogaba sus
corazones; ni un solo detalle de lo que esperaban se había cumplido,
y sus esperanzas murieron con Jesús. Pero cuando resucitó de los
muertos y apareció a sus discípulos entristecidos, las esperanzas de
ellos revivieron. Le habían encontrado de nuevo.
Vi que el chasco de aquellos que creían en la venida del Señor
en 1844 no igualaba al que sufrieron los primeros discípulos. La