Página 271 - Primeros Escritos (1962)

Basic HTML Version

El espiritismo
267
ángel me mostró al jefe del tren, un hermoso e imponente personaje a
quien todos los pasajeros admiraban y reverenciaban. Quedé perpleja
y le pregunté a mi ángel acompañante quién era aquel jefe. Me
respondió: “Es Satanás, disfrazado de ángel de luz. Ha cautivado al
mundo. Este ha sido entregado a formidables engaños para creer en
una mentira a fin de que se condene. Su agente, el que le sigue en
categoría, es el maquinista, y otros agentes suyos están empleados
en diversos cargos, según los va necesitando, y todos marchan con
relampagueante velocidad a la perdición.”
Le pregunté al ángel si no había quedado nadie sin subir en
el tren, y él me mandó que mirase en dirección opuesta, donde
vi una pequeña compañía que caminaba por un sendero angosto.
Todos parecían firmemente unidos por la verdad. Aquella pequeña
compañía daba muestras de fatiga, como si hubiese pasado por
muchas pruebas y conflictos. Parecía como si el sol acabara de
levantarse detrás de una nube y brillara sobre sus rostros, dándoles
aire de triunfo, cual si estuvieran próximos a ganar la victoria.
Vi que el Señor ha dado al mundo ocasión de descubrir el en-
gaño. Si no hubiese otra prueba, bastaría para el cristiano la de que
los espiritistas no hacen distinción entre lo precioso y lo vil. Satanás
representa como muy exaltado en el cielo a Tomás Paine, cuyo cuer-
po está ya convertido en polvo y ha de ser llamado a despertar al
fin de los mil años, cuando la segunda resurrección, para recibir su
recompensa y sufrir la segunda muerte. Satanás se sirvió de Tomás
Paine en la tierra tanto como pudo, y ahora prosigue la misma obra
[264]
asegurando que está muy honrado y exaltado en el cielo. Y tal como
enseñó Paine aquí, finge Satanás que continúa enseñando allí. Y al-
gunos que solían considerar con horror su vida en la tierra, su muerte
y sus corruptoras enseñanzas, se someten ahora a ser enseñados por
él, que fué uno de los hombres más viles y corrompidos, alguien que
despreció a Dios y su ley.
El padre de la mentira ciega y engaña al mundo enviando a
sus ángeles para que hablen como si fueran los apóstoles, y esos
ángeles hacen que éstos contradigan lo que escribieron en la tierra
por inspiración del Espíritu Santo. Los ángeles mentirosos hacen
aparecer a los apóstoles corrompiendo sus propias enseñanzas y
declarándolas adulteradas. De este modo se complace Satanás en
sumir a los que se llaman cristianos, y a toda clase de gente, en