Página 274 - Primeros Escritos (1962)

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La codicia
Vi que Satanás ordenaba a sus ángeles que dispusieran sus ase-
chanzas especialmente para los que están esperando la segunda
aparición de Cristo y guardando todos los mandamientos de Dios.
Dijo Satanás a sus ángeles que las iglesias estaban durmiendo. El
iba a aumentar su propio poder y sus prodigios mentirosos, a fin de
retenerlas. “Pero—dijo—odiamos a la secta de los observadores del
sábado; están trabajando de continuo contra nosotros, y quitándonos
súbditos, para que observen la odiada ley de Dios. Id, emborrachad
de cuidados a los poseedores de tierras y dinero. Si lográis que
pongan sus afectos en estas cosas, serán nuestros todavía. Pueden
profesar lo que quieran, con tal que consigáis que se interesen más
en el dinero que en el éxito del reino de Cristo o la difusión de
las verdades que aborrecemos. Presentadles el mundo de la manera
más atrayente, para que lo amen y lo idolatren. Debemos conservar
en nuestras filas todos los recursos cuyo control podamos obtener.
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Cuanto más sean los recursos que los seguidores de Cristo dediquen
a su servicio, tanto más perjudicarán a nuestro reino quitándonos
súbditos. Cuando ellos convocan reuniones en diferentes lugares,
estamos en peligro. Sed vigilantes, por lo tanto. Si os es posible,
provocad disturbios y confusión. Destruid el amor que los miembros
tengan el uno por el otro. Desalentad a sus ministros; porque los
aborrecemos. Presentad toda excusa plausible a los que tienen recur-
sos, no sea que ellos los entreguen. Ejerced, si podéis, el control de
los asuntos monetarios, y procurad que sus ministros sean angustia-
dos por la escasez. Esto debilitará su valor y celo. Pelead por toda
pulgada de terreno. Haced que la codicia y el amor de los tesoros
terrenales sean los rasgos sobresalientes de su carácter. Cuando estos
rasgos los dominan, la salvación y la gracia pierden importancia.
Rodeadlos de toda clase de atracciones, y serán nuestros. Y no sólo
nos los aseguraremos, sino que su odiosa influencia no será ejercida
para conducir a otros al cielo. Cuando algunos intenten dar, poned
en ellos una disposición mezquina, para que lo que den sea poco.”
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