Página 275 - Primeros Escritos (1962)

Basic HTML Version

La codicia
271
Vi que Satanás ejecuta bien sus planes. Cuando los siervos de
Dios convocan reuniones, Satanás está en el terreno con sus ángeles
para impedir la obra. Está constantemente implantando sugestiones
en la mente de los hijos de Dios. Conduce a algunos de una manera y
a otros de otra, valiéndose siempre de los malos rasgos que hay en el
carácter de los hermanos y las hermanas, y excitando sus tendencias
naturales al mal. Si están dispuestos a ser egoístas y codiciosos,
Satanás se sitúa a su lado, y con todo su poder procura inducirlos
a ceder a los pecados que los tientan de costumbre. La gracia de
Dios y la luz de la verdad pueden disipar por un corto tiempo sus
sentimientos de codicia y egoísmo, pero si no obtienen una victoria
completa, Satanás entra cuando no están bajo una influencia salva-
dora y marchita todo principio noble y generoso, y ellos piensan que
se exige demasiado de ellos. Se cansan de hacer el bien y olvidan el
[268]
gran sacrificio que Jesús hizo para redimirlos del poder de Satanás y
de la miseria desesperada.
Satanás se valió de la disposición codiciosa y egoísta de Judas
y le indujo a murmurar cuando María derramó el costoso ungüento
sobre Jesús. Judas consideró esto como un gran desperdicio, y de-
claró que se podría haber vendido el ungüento y dado a los pobres el
producto de la venta. No le interesaban los pobres, pero consideraba
excesiva la ofrenda liberal otorgada a Jesús. Judas apreció a su Señor
tan sólo lo suficiente para venderlo por unas pocas monedas de plata.
Y vi que había algunos como Judas entre los que profesan esperar
a su Señor. Satanás los domina, pero no lo saben. Dios no puede
aprobar el menor grado de codicia o egoísmo, y aborrece las oracio-
nes y exhortaciones de aquellos que cultivan estos malos rasgos. Al
ver Satanás que su tiempo es corto, induce a los hombres a ser cada
vez más egoístas y codiciosos, y luego se regocija cuando los ve
dedicados a sí mismos, mezquinos y egoístas. Si los ojos de los tales
pudiesen abrirse, verían a Satanás en triunfo infernal, regocijándose
acerca de ellos y riéndose de la locura de aquellos que aceptan sus
sugestiones y caen en sus lazos.
Satanás y sus ángeles toman nota de todos los actos mezquinos
y codiciosos de aquellas personas y los presentan a Jesús y a sus
santos ángeles, diciendo en tono oprobioso: “¡Estos son seguidores
de Cristo! ¡Se están preparando para ser trasladados!” Satanás com-
para la conducta de ellos con pasajes de la Escritura en los cuales se