Página 313 - Primeros Escritos (1962)

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Apéndice
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do actos indecorosos en un intercambio de besos entre hombres y
mujeres, pero se invita a todos a abstenerse de toda apariencia de
mal.
Página 118.
La tendencia a ser ruidosos
—La red del Evangelio
apresa a toda clase de personas. Había quienes no consideraban
genuina su experiencia religiosa si no iba acompañada de ruidosas
exclamaciones de alabanza a Dios, oraciones a gritos, y “Amenes”
excitados y animados. En esto también la Iglesia recibió en sus
comienzos una nota de advertencia, por la cual se le pedía que
observase un solemne decoro en el culto que rendía a Dios.
Páginas 82, 229-232.
Guillermo Miller
—Es frecuente que, al
mencionar el gran despertar adventista que se experimentó en los
Estados Unidos entre 1830 y 1840, se aluda a Guillermo Miller. En
el libro
El Conflicto de los Siglos
se encuentra un capítulo entero
dedicado a la vida y ministerio de Guillermo Miller. El título original
de dicho capítulo era “Un reformador americano,” y en la edición
publicada en castellano lleva el número 19. Guillermo Miller nació
en Pittsfield, estado de Massachusetts, en 1782 y murió en Low
Hampton, estado de Nueva York, en 1849. A la edad de cuatro
años se trasladó con sus padres a Low Hampton, cerca del lago
Champlain, y se desarrolló en un ambiente rural de avanzada. Fué
siempre estudioso y lector asiduo. Llegó a destacarse como dirigente
en su comunidad. En 1816 inició un estudio cuidadoso de la Palabra
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de Dios. Este estudio le llevó a prestar atención especial a las grandes
profecías relativas al segundo advenimiento de Cristo. Llegó a la
conclusión de que esa venida se acercaba. Después de reexaminar sus
estudios y cálculos durante algunos años, y habiéndose cerciorado de
la exactitud de ellos, respondió, en agosto de 1831, a una invitación
que se le hiciera para presentar a otros sus opiniones acerca de
las profecías. De 1831 en adelante, dedicó la mayor parte de su
tiempo a proclamar el mensaje adventista. Se le unieron centenares
de otros ministros protestantes que participaron en el gran despertar
adventista que agitó a muchos espíritus hacia 1840.
Cuando se produjo el gran chasco del 22 de octubre de 1844,
Miller estaba agotado y enfermo. Dependía mayormente de los
hombres de menor edad que se habían asociado con él. Ellos lo
desviaron de la verdad relativa al sábado, cuando le fué comunicada,
poco después del chasco. Por lo tanto, esos hombres, y no Miller,