Página 39 - Primeros Escritos (1962)

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Experiencia cristiana y visiones
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“Gracias al metodismo;” pero yo no podía dar gloria al metodismo
cuando lo que me había libertado era Cristo y la esperanza en su
pronta venida.
La mayoría de los que formaban la familia de mi padre creían
firmemente en el advenimiento, y por testificar en favor de esta
gloriosa doctrina, siete de nosotros sus miembros fuimos expulsados
de la Iglesia Metodista en una ocasión. Nos resultaron entonces
muy preciosas las palabras del profeta: “Oid palabra de Jehová,
vosotros los que tembláis a su palabra: Vuestros hermanos que os
aborrecen, y os echan fuera por causa de mi nombre, dijeron: Jehová
sea glorificado. Pero él se mostrará para alegría vuestra, y ellos serán
confundidos.”.
Isaías 66:5
.
Desde aquel momento hasta diciembre de 1844, mis gozos, prue-
bas y chascos fueron similares a los de mis apreciados amigos
adventistas que me rodeaban. En aquel tiempo, visité a una de nues-
tras hermanas adventistas, y por la mañana nos arrodillamos para el
culto de familia. No había excitación, y sólo nosotras, cinco mujeres,
estábamos allí. Mientras yo oraba, el poder de Dios descendió sobre
mí como nunca lo había sentido. Quedé arrobada en una visión de la
gloria de Dios. Me parecía estar elevándome cada vez más lejos de la
tierra, y se me mostró algo de la peregrinación del pueblo adventista
hacia la santa ciudad, según lo narraré a continuación.