Página 45 - Primeros Escritos (1962)

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Mi primera visión
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no. Quienes comen del fruto de este lugar ya no vuelven a la tierra.
Pero si eres fiel, no tardarás en comer del fruto del árbol de la vida y
beber del agua del manantial.” Y añadió: “Debes volver de nuevo
a la tierra y referir a otros lo que se te ha revelado.” Entonces un
ángel me transportó suavemente a este obscuro mundo. A veces me
parece que no puedo ya permanecer aquí; tan lóbregas me resultan
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todas las cosas de la tierra. Me siento muy solitaria aquí, pues he
visto una tierra mejor. ¡Ojalá tuviese alas de paloma! Echaría a volar
para obtener descanso.
* * * * *
Cuando salí de aquella visión, todo me pareció cambiado. Todo
lo que miraba era tétrico. ¡Cuán obscuro era el mundo para mí!
Lloraba al verme aquí y sentía nostalgia. Había visto algo mejor,
y ello arruinaba este mundo para mí. Relaté la visión a nuestro
pequeño grupo de Portland, el cual creyó entonces que provenía
de Dios. Fueron momentos en que sentimos el poder de Dios y el
carácter solemne de la eternidad. Más o menos una semana después
de esto el Señor me dió otra visión. Me mostró las pruebas por las
que habría de pasar, y que debía ir y relatar a otros lo que él me
había revelado, y también que tendría que arrostrar gran oposición y
sufrir angustia en mi espíritu. Pero el ángel dijo: “Bástate la gracia
de Dios; él te sostendrá.”
Al salir de esta visión, me sentí sumamente conturbada. Estaba
muy delicada de salud y sólo tenía 17 años. Sabía que muchos
habían caído por el engreimiento, y que si me ensalzaba en algo,
Dios me abandonaría, y sin duda alguna yo me perdería. Recurrí al
Señor en oración y le rogué que pusiese la carga sobre otra persona.
Me parecía que yo no podría llevarla. Estuve postrada sobre mi
rostro mucho tiempo, y la única instrucción que pude recibir fué:
“Comunica a otros lo que te he revelado.”
En la siguiente visión que tuve, rogué fervorosamente al Señor
que, si debía ir y relatar lo que me había mostrado, me guardase del
ensalzamiento. Entonces me reveló que mi oración era contestada y
que si me viese en peligro de engreírme, su mano se posaría sobre
mí, y me vería aquejada de enfermedad. Dijo el ángel: “Si comunicas
fielmente los mensajes y perseveras hasta el fin, comerás del fruto
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