Página 46 - Primeros Escritos (1962)

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Primeros Escritos
del árbol de la vida y beberás del agua del río de vida.”
Pronto se difundió que las visiones eran resultado del mesmeris-
mo, y muchos adventistas estuvieron dispuestos a creerlo y a hacer
circular el rumor. Un médico que era un célebre mesmerizador me
dijo que mis visiones eran mesmerismo, que yo era un sujeto muy
dócil y que él podía mesmerizarme y darme una visión. Le respondí
que el Señor me había mostrado en visión que el mesmerismo era
del diablo, que provenía del abismo y que pronto volvería allí, junto
con los que continuasen practicándolo.
Véase el Apéndice.
Le dí per-
miso para mesmerizarme si podía. Lo probó durante más de media
hora, recurriendo a diferentes operaciones, y finalmente renunció a
la tentativa. Por la fe en Dios pude resistir su influencia, y ésta no
me afectó en lo más mínimo.
Si tenía una visión en una reunión, muchos decían que era exci-
tación y que alguien me mesmerizaba. Entonces me iba sola a los
bosques, donde únicamente el ojo o el oído de Dios pudiese verme u
oírme; me dirigía a él en oración y él a veces me daba una visión allí.
Me regocijaba entonces, y contaba lo que Dios me había revelado a
solas donde ningún mortal podía influir en mí. Pero algunos me dije-
ron que me mesmerizaba a mí misma. ¡Oh!—pensaba yo,—¿hemos
llegado al punto en que los que acuden sinceramente a Dios a solas
y confiando en sus promesas para obtener su salvación, pueden ser
acusados de hallarse bajo la influencia corrupta y condenadora del
mesmerismo? ¿Pedimos “pan” a nuestro bondadoso Padre celestial
para recibir tan sólo una “piedra” o un “escorpión”? Estas cosas
herían mi ánimo y torturaban mi alma con una intensa angustia, que
era casi desesperación, mientras que muchos procuraban hacerme
creer que no había Espíritu Santo y que todas las manifestaciones
que habían experimentado los santos hombres de Dios no eran más
que mesmerismo o engaños de Satanás.
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En aquel tiempo había fanatismo en el estado de Maine. Algunos
evitaban todo trabajo y despedían de la fraternidad a cuantos no
querían aceptar sus opiniones al respecto, así como algunas otras
cosas que ellos consideraban deberes religiosos. Dios me reveló
esos errores en visión y me envió a sus hijos extraviados para que
se los declarase; pero muchos de ellos rechazaron rotundamente
el mensaje, y me acusaron de amoldarme al mundo. Por otro lado,
los adventistas nominales me acusaron falsamente de fanatismo,