Página 70 - Primeros Escritos (1962)

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Primeros Escritos
y las pruebas, acudamos a Dios para luchar con él en oración. No
dejará que volvamos vacíos, sino que nos dará fortaleza y gracia
para vencer y quebrantar el poderío del enemigo. ¡Ojalá que todos
viesen estas cosas en su verdadera luz y soportasen las fatigas como
buenos soldados de Jesús! Entonces Israel podría seguir adelante,
confortado en el Señor y en la potencia de su fortaleza.
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Dios me ha mostrado que él dió a los suyos un cáliz de amargura
que beber, para limpiarlos y purificarlos. Es un trago muy acerbo,
pero ellos pueden amargarlo todavía más con sus murmuraciones,
quejas y lamentos. Quienes no lo reciban habrán de beber otro trago,
porque el primero no hizo en su carácter el efecto asignado. Y si el
segundo tampoco les aprovecha, habrán de ir bebiendo otro y otro,
hasta que cumpla su efecto, o serán dejados sucios e impuros de
corazón. Vi que el amargo cáliz puede dulcificarse con la paciencia,
la resignación y la oración, y que producirá en el corazón de quienes
así lo reciban el efecto que le fué asignado, con lo cual Dios quedará
honrado y glorificado. No es cosa menuda ser cristiano, aprobado y
poseído por Dios. El Señor me mostró a algunos que dicen profesar la
verdad presente y cuya vida no está en armonía con lo que profesan.
Tienen una norma de piedad por demás baja, y les falta mucho
para tener la santidad de la Biblia. Algunos siguen una conducta
vana e inconveniente, y otros ceden al engreimiento. No esperemos
reinar con Cristo en la gloria si satisfacemos nuestro gusto, vivimos y
obramos según el mundo, disfrutamos de sus placeres y nos gozamos
en la compañía de los mundanos.
Debemos participar aquí de los sufrimientos de Cristo, si quere-
mos compartir después su gloria. Si procuramos nuestros propios
intereses y placeres en vez de agradar a Dios y hacer prosperar su
valiosa causa, que sufre, deshonramos a Dios y a la santa causa
que profesamos amar. Sólo disponemos de muy corto tiempo para
trabajar en el servicio de Dios. Nada debe parecernos demasiado
costoso para la salvación de la desgarrada grey de Jesús. Quienes
pacten ahora con Dios por medio del sacrificio serán pronto reunidos
en la patria celestial para recibir una rica recompensa y poseer el
nuevo reino por siempre jamás.
¡Oh! vivamos enteramente para el Señor, y demostremos por
nuestra ordenada conducta y pía conversación que hemos estado con
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Jesús y somos sus humildes discípulos. Debemos trabajar mientras