Página 69 - Primeros Escritos (1962)

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La prueba de nuestra fe
En este tiempo de prueba, necesitamos alentarnos y consolar-
nos mutuamente. Las tentaciones de Satanás son ahora mayores
que nunca, pues sabe que le queda poco tiempo y que muy luego
cada caso será decidido para vida o para muerte. No es ahora el
momento de dejarse vencer por el desaliento ni de sucumbir bajo
la prueba. Debemos sobreponernos a todas nuestras aflicciones y
confiar plenamente en el todopoderoso Dios de Jacob. El Señor me
ha mostrado que basta su gracia para resistir todas las pruebas, y
aunque éstas sean más duras que nunca, si tenemos absoluta confian-
za en Dios, podremos vencer todas las tentaciones y por su gracia
salir victoriosos.
Si resistimos las pruebas y logramos triunfar sobre las tentacio-
nes de Satanás, entonces soportaremos la prueba de nuestra fe, la
cual es más preciosa que el oro, y quedaremos más fuertes y mejor
preparados para sobrellevar pruebas ulteriores. Pero si nos acobar-
damos y cedemos a las tentaciones de Satanás, nos volveremos más
débiles, no recibiremos recompensa por la prueba, y no estaremos
tan bien preparados para resistir lo que nos sobrevenga después. Así
nos iremos debilitando cada vez más, hasta que Satanás nos lleve
cautivos a su voluntad. Debemos llevar puesta la completa armadura
de Dios, y estar listos en todo momento para sostener el conflicto con
las potestades de las tinieblas. Cuando nos asalten las tentaciones
tiempo de Noé, y la salvación de los hombres dependía de la manera en que trataran ese
mensaje. Por el hecho de que rechazaron la advertencia, el Espíritu de Dios se retiró de
la raza pecadora, y ella pereció en las aguas del diluvio. En el tiempo de Abrahán, la
misericordia cesó de interceder con los culpables habitantes de Sodoma, y todos, salvo
Lot con su esposa y dos hijas, fueron consumidos por el fuego enviado del cielo. Así
también fué en el tiempo de Cristo. El Hijo de Dios declaró a los judíos incrédulos de
aquella generación: ‘Vuestra casa os es dejada desierta.’ Mirando hacia los postreros días,
el mismo poder infinito declara, acerca de los que ‘no recibieron el amor de la verdad para
ser salvos’: ‘Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de
que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en
la injusticia.’ Por el hecho de que rechazan las enseñanzas de su Palabra, Dios les retira
su Espíritu y los abandona a los errores que aman.”
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