Página 80 - Primeros Escritos (1962)

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Primeros Escritos
valor. ¡Ojalá que nos hubiésemos librado de ellas y hecho tesoros
en los cielos!” Vi que un
sacrificio
no crece, sino que decrece y es
consumido
. También vi que Dios no ha pedido a todos sus hijos
que se deshagan de sus propiedades al mismo tiempo; pero si ellos
desean que se les enseñe, él les hará saber, en tiempo de necesidad,
cuándo y cuánto deben vender. En tiempos pasados, se les pidió a
algunos que se deshicieran de sus propiedades para sostener la causa
bendita, mientras que a otros se les permitió guardar la suya hasta un
momento de necesidad. Entonces, a medida que la causa lo necesite,
es su deber vender.
Vi que el mensaje: “Vended lo que poseéis, y dad limosna,” no
ha sido dado claramente por algunos, y el objeto de las palabras de
nuestro Salvador no ha sido presentado con claridad. El objeto que
se tiene al vender no es dar a los que pueden trabajar y sostenerse
a sí mismos, sino difundir la verdad. Es un pecado sostener en la
ociosidad a aquellos que podrían trabajar. Algunos han asistido
celosamente a todas las reuniones, no para glorificar a Dios, sino por
los “panes y los peces.” Habría sido mejor que los tales se quedasen
en casa “haciendo con sus manos lo que es bueno,” para suplir las
necesidades de sus familias y tener algo que dar para sostener la
preciosa causa de la verdad presente. Ahora es el momento de que
nos hagamos tesoros en el cielo y pongamos nuestro corazón en
orden, preparándolo para el tiempo de angustia. Únicamente los que
tengan manos limpias y corazones puros subsistirán en aquel tiempo
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de prueba. Ahora es cuando debe estar la ley de Dios en nuestra
mente, en nuestra frente, y escrita en nuestros corazones.
El Señor me ha mostrado el peligro en que estamos de dejar
que nuestra mente se llene de pensamientos y congojas mundanales.
Vi que algunos ánimos son alejados de la verdad presente y del
amor a la Santa Biblia porque leen libros excitantes; otros se llenan
de perplejidad y congoja acerca de lo que han de comer, beber y
vestir. Algunos sitúan demasiado lejos en su expectación la venida
del Señor. El tiempo ha durado algunos años más de lo que habían
esperado, y por lo tanto piensan que puede continuar algunos años
más, y de esta manera su atención se desvía de la verdad presente
hacia el mundo. Vi que hay gran peligro en estas cosas, porque si la
mente está embargada por otros asuntos, la verdad presente queda
excluída, y no hay en nuestra frente lugar para el sello del Dios