Página 93 - Primeros Escritos (1962)

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Preparación para el fin
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El 14 de mayo de 1851, vi la hermosura y amabilidad de Jesús.
Al contemplar su gloria, no se me ocurrió pensar que pudiera verme
separada alguna vez de su presencia. Vi una luz proveniente de
la gloria que circuía al Padre, y cuando se me acercó la luz, se
estremeció mi cuerpo y temblé como una hoja. Creí que si llegaba a
mí perdería la existencia; pero la luz pasó de largo. Tuve entonces
una noción del grande y terrible Dios con quien hemos de tratar.
Comprendí cuán débil idea tienen algunos de la santidad de Dios,
y cuán a menudo toman su santo y venerable nombre en vano, sin
advertir que hablan de Dios, del grande y terrible Dios. Mientras
oran, muchos emplean expresiones irreverentes y descuidadas que
agravian al tierno Espíritu del Señor y motivan que sus peticiones
no lleguen al cielo.
También vi que muchos ignoran lo que deben ser a fin de vivir
a la vista del Señor durante el tiempo de angustia, cuando no haya
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sumo sacerdote en el santuario. Los que reciban el sello del Dios vivo
y sean protegidos en el tiempo de angustia deben reflejar plenamente
la imagen de Jesús.
Vi que muchos descuidaban la preparación necesaria, esperando
que el tiempo del “refrigerio” y la “lluvia tardía” los preparase para
sostenerse en el día del Señor y vivir en su presencia. ¡Oh! ¡y a
cuántos vi sin amparo en el tiempo de angustia! Habían descuidado
la preparación necesaria, y por lo tanto no podían recibir el refrigerio
indispensable para sobrevivir a la vista de un Dios santo. Quienes
se nieguen a ser tallados por los profetas y a purificar sus almas
obedeciendo a toda la verdad, quienes presuman estar en condición
mucho mejor de lo que están en realidad, llegarán al tiempo en
que caigan las plagas y verán que les hubiera sido necesario que
los tallasen y escuadrasen para la edificación. Pero ya no habrá
tiempo para ello ni tampoco Mediador que abogue por ellos ante
el Padre. Antes de ese tiempo se promulgó la solemne declaración:
“El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea
inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y
el que es santo, santifíquese todavía.” Vi que nadie podrá participar
del “refrigerio” a menos que haya vencido todas las tentaciones y
triunfado del orgullo, el egoísmo, el amor al mundo y toda palabra y
obra malas. Por lo tanto, debemos acercarnos más y más al Señor
y buscar anhelosamente la preparación necesaria que nos habilite