Página 95 - Primeros Escritos (1962)

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Oración y fe
He observado frecuentemente que los hijos del Señor descuidan
la oración, y sobre todo la oración secreta; la descuidan demasiado.
Muchos no ejercitan la fe que es su privilegio y deber ejercitar, y a
menudo aguardan aquel sentimiento íntimo que sólo la fe puede dar.
El sentimiento de por sí no es fe. Son dos cosas distintas. A nosotros
nos toca ejercitar la fe; pero el sentimiento gozoso y sus beneficios
han de sernos dados por Dios. La gracia de Dios llega al alma por el
canal de la fe viva, que está en nuestro poder ejercitar.
La fe verdadera demanda la bendición prometida y se aferra a
ella antes de saberla realizada y de sentirla. Debemos elevar nuestras
peticiones al lugar santísimo con una fe que dé por recibidos los
prometidos beneficios y los considere ya suyos. Hemos de creer,
pues, que recibiremos la bendición, porque nuestra fe ya se apropió
de ella, y, según la Palabra, es nuestra. “Por tanto, os digo que todo lo
que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.”.
Marcos
11:24
. Esto es fe sincera y pura: creer que recibiremos la bendición
aun antes de recibirla en realidad. Cuando la bendición prometida
se siente y se disfruta, la fe queda anonadada. Pero muchos suponen
que tienen gran fe cuando participan del Espíritu Santo en forma
destacada, y que no pueden tener fe a menos que sientan el poder
del Espíritu. Los tales confunden la fe con la bendición que nos
llega por medio de ella. Precisamente el tiempo más apropiado para
ejercer fe es cuando nos sentimos privados del Espíritu. Cuando
parecen asentarse densas nubes sobre la mente, es cuando se debe
dejar que la fe viva atraviese las tinieblas y disipe las nubes. La fe
verdadera se apoya en las promesas contenidas en la Palabra de Dios,
y únicamente quienes obedezcan a esta Palabra pueden pretender
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que se cumplan sus gloriosas promesas. “Si permanecéis en mí, y
mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y
os será hecho.”.
Juan 15:7
. “Y cualquiera cosa que pidiéremos la
recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos
las cosas que son agradables delante de él.”.
1 Juan 3:22
.
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