Página 13 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Capítulo 1—El origen del mal
“Dios es Amor”. Su naturaleza y su ley son amor. Lo han sido
siempre, y lo serán para siempre. “El Alto y Sublime, el que habita
la eternidad”, cuyos “caminos son eternos”, no cambia. En él “no
hay mudanza, ni sombra de variación”.
Cada manifestación del poder creador es una expresión del amor
infinito. La soberanía de Dios encierra plenitud de bendiciones para
todos los seres creados. El salmista dice:
“Tuyo es el brazo potente;
fuerte es tu mano, exaltada tu diestra.
Justicia y derecho son el cimiento de tu trono;
misericordia y verdad van delante de tu rostro.
Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte;
andará, Jehová, a la luz de tu rostro.
En tu nombre se alegrará todo el día
y en tu justicia será enaltecido,
porque tú eres la gloria de su potencia [...].
Jehová es nuestro escudo;
nuestro rey es el Santo de Israel”.
Salmos 89:13-18
.
[12]
La historia del gran conflicto entre el bien y el mal, desde que
principió en el cielo hasta el final abatimiento de la rebelión y la total
extirpación del pecado, es también una demostración del inmutable
amor de Dios.
El soberano del universo no estaba solo en su obra benéfica. Tuvo
un compañero, un colaborador que podía apreciar sus designios,
y que podía compartir su regocijo al brindar felicidad a los seres
creados. “En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y
el Verbo era Dios. Este estaba en el principio con Dios”.
Juan 1:1,
2
. Cristo, el Verbo, el Unigénito de Dios, era uno solo con el Padre
eterno, uno solo en naturaleza, en carácter y en propósitos; era el
único ser que podía penetrar en todos los designios y fines de Dios.
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