Página 153 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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El casamiento de Isaac
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divina, es antes de dar un paso que ha de vincular a dos personas
para toda la vida.
Nunca deben los padres perder de vista su propia responsabilidad
acerca de la futura felicidad de sus hijos. El respeto de Isaac por
el juicio de su padre fue resultado de su educación, que le enseñó
a amar una vida de obediencia. Al mismo tiempo que Abraham
exigía a sus hijos que respetaran la autoridad paterna, su vida diaria
daba testimonio de que esta autoridad no era un dominio egoísta o
arbitrario, sino que se basaba en el amor y procuraba su bienestar y
dicha.
Los padres y las madres deben considerar que les incumbe guiar
el afecto de los jóvenes, para que contraigan amistades con per-
sonas que sean compañías adecuadas. Deben sentir que, mediante
su enseñanza y por su ejemplo, con la ayuda de la divina gracia,
es su responsabilidad formar el carácter de sus hijos desde la más
tierna infancia, de tal manera que sean puros y nobles y se sientan
atraídos por lo bueno y verdadero. Los que se asemejan se atraen
mutuamente, y los que son semejantes se aprecian. ¡Plantad el amor
a la verdad, a la pureza y a la bondad temprano en las almas, y la
juventud buscará la compañía de los que poseen estas características!
Procuren los padres manifestar en su propio carácter y en su
vida diaria el amor y la benevolencia del Padre celestial. Llenen el
hogar de alegría. Para vuestros hijos esto valdrá más que tierras y
dinero. Cultívese en sus corazones el amor al hogar, para que puedan
mirar hacia atrás, hacia el hogar de su niñez, y ver en él un lugar
de paz y felicidad, superado únicamente por el cielo. Los miembros
de una familia no tienen todos idéntico carácter, y habrá muchas
ocasiones para ejercitar la paciencia e indulgencia; pero por el amor
y el dominio propio todos pueden vincularse en la más estrecha
comunión.
El amor verdadero es un principio santo y elevado, totalmente
diferente en su carácter del amor despertado por el impulso, que
muere de repente cuando es severamente probado. Mediante la
fidelidad al deber en la casa paterna, los jóvenes deben prepararse
para formar su propio hogar. Practiquen allí la abnegación propia,
la amabilidad, la cortesía y la compasión del cristianismo. El amor
se conservará vivo en el corazón, y los que salgan de tal hogar para
ponerse al frente de su propia familia, sabrán aumentar la felicidad
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