Página 162 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

Basic HTML Version

158
Historia de los Patriarcas y Profetas
cielo”. Véase
Génesis 28
. Por esta escalera subían y bajaban ángeles.
En lo alto de ella estaba el Señor de la gloria, y su voz se oyó desde
los cielos: “Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de
Isaac”. La tierra en que estaba acostado como desterrado y fugitivo
le fue prometida a él y a su descendencia, al asegurársele: “Todas
las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente”. Esta
promesa había sido dada a Abraham y a Isaac, y ahora fue repetida a
Jacob. Luego, en atención especial a su actual soledad y tribulación,
fueron pronunciadas las palabras de consuelo y estímulo: “Yo estoy
contigo, te guardaré dondequiera que vayas y volveré a traerte a esta
tierra, porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho”.
Génesis 28:15
.
El Señor conocía las malas influencias que rodearían a Jacob y
los peligros a que estaría expuesto. En su misericordia abrió el futuro
ante el fugitivo arrepentido, para que comprendiese la intención
divina a su respecto, y a fin de que estuviese preparado para resistir
las tentaciones que necesariamente enfrentaría, cuando se encontrara
solo entre idólatras e intrigantes. Tendría entonces siempre presente
la alta norma a la que debía aspirar, y el saber que por su medio
se cumpliría el propósito de Dios lo incitaría constantemente a la
fidelidad.
En esta visión el plan de la redención le fue revelado a Jacob,
no del todo, sino hasta donde le era esencial en aquel momento. La
escalera mística que se le mostró en su sueño, fue la misma a la cual
se refirió Cristo en su conversación con Natanael. Dijo el Señor:
[165]
“Desde ahora veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo
y bajando sobre el Hijo del hombre”.
Juan 1:51
.
Hasta el tiempo de la rebelión del hombre contra el gobierno
divino, había existido libre comunión entre Dios y el hombre. Pero
el pecado de Adán y Eva separó la tierra del cielo, de manera que el
hombre no podía ya comunicarse con su Hacedor. Sin embargo, no
se dejó al mundo en solitaria desesperación. La escalera representa
a Jesús, el medio señalado para comunicarnos con el cielo. Si no
hubiera salvado por sus méritos el abismo producido por el pecado,
los ángeles ministradores no habrían podido tratar con el hombre
caído. Cristo une el hombre débil y desamparado con la fuente del
poder infinito.