Página 188 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
fugitivo. Se le había hablado de las promesas que el Señor le hizo a
Jacob, y de cómo se habían cumplido; cómo en la hora de necesidad,
los ángeles habían venido a instruirlo, confortarlo y protegerlo. Y
había comprendido el amor manifestado por Dios al proveer un
Redentor para los hombres. Ahora, todas estas lecciones preciosas
se presentaron vivamente ante él. José creyó que el Dios de sus
padres sería su Dios. Entonces, allí mismo, se entregó por completo
al Señor, y oró para pedir que el Guardián de Israel estuviera con él
en el país adonde iba desterrado.
Su alma se conmovió y tomó la decisión de ser fiel a Dios y de
actuar en cualquier circunstancia como convenía a un súbdito del
Rey de los cielos. Serviría al Señor con corazón íntegro; afrontaría
con toda fortaleza las pruebas que le deparara su suerte, y cumpliría
todo deber con fidelidad. La experiencia de ese día fue el punto
decisivo en la vida de José. Su terrible calamidad lo transformó de
un niño mimado a un hombre reflexivo, valiente, y sereno.
Al llegar a Egipto, José fue vendido a Potifar, jefe de la guardia
real, a cuyo servicio permaneció durante diez años. Allí estuvo ex-
puesto a tentaciones extraordinarias. Estaba en medio de la idolatría.
La adoración de dioses falsos estaba rodeada de toda la pompa de
la realeza, sostenida por la riqueza y la cultura de la nación más
civilizada de aquel entonces. No obstante, José conservó su sencillez
y fidelidad a Dios. Las escenas y la seducción del vicio lo rodeaban
por todas partes, pero él permaneció como quien no veía ni oía. No
permitió que sus pensamientos se detuvieran en asuntos prohibidos.
El deseo de ganarse el favor de los egipcios no pudo inducirlo a
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ocultar sus principios. Si hubiera tratado de hacer esto, habría sido
vencido por la tentación; pero no se avergonzó de la religión de
sus padres, y no hizo ningún esfuerzo por esconder el hecho de que
adoraba a Jehová.
“Pero Jehová estaba con José, quien llegó a ser un hombre prós-
pero [...]. Vio su amo que Jehová estaba con él, que Jehová lo hacía
prosperar en todas sus empresas”. La confianza de Potifar en José
aumentaba diariamente, y por fin lo ascendió a mayordomo, con
dominio completo sobre todas sus posesiones. “Él mismo dejó todo
lo que tenía en manos de José, y con él no se preocupaba de cosa
alguna sino del pan que comía”. Véase
Génesis 39-47
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