Página 195 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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José en Egipto
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mediante sus obras y el estudio de las grandes verdades confiadas a
los herederos de la fe habían elevado y ennoblecido su naturaleza
espiritual al ampliar y fortalecer su mente como ningún otro estudio
pudo haberlo hecho. La atención fiel al deber en toda posición, desde
la más baja hasta la más elevada, había educado todas sus facultades
para el más alto servicio. El que vive de acuerdo con la voluntad del
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Creador adquiere con ello el desarrollo más positivo y noble de su
carácter. “El temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal
la inteligencia”.
Job 28:28
.
Pocos se dan cuenta de la influencia de las cosas pequeñas de
la vida en el desarrollo del carácter. Ninguna tarea que debamos
cumplir es realmente pequeña. Las variadas circunstancias que afron-
tamos día tras día están concebidas para probar nuestra fidelidad, y
han de capacitarnos para mayores responsabilidades. Adhiriéndose
a los principios rectos en las transacciones ordinarias de la vida, la
mente se acostumbra a mantener las demandas del deber por encima
del placer y de las inclinaciones propias. Las mentes disciplinadas
en esta forma no vacilan entre el bien y el mal, como la caña que
tiembla movida por el viento; son fieles al deber porque han desa-
rrollado hábitos de lealtad y veracidad. Mediante la fidelidad en lo
mínimo, adquieren fuerza para ser fieles en asuntos mayores.
Un carácter recto es de mucho más valor que el oro de Ofir. Sin
él nadie puede llegar a un cargo honorable. Pero el carácter no se
hereda. No se puede comprar. La excelencia moral y las buenas
cualidades mentales no son el resultado de la casualidad. Los dones
más preciosos carecen de valor a menos que sean aprovechados. La
formación de un carácter noble es la obra de toda una vida, y debe
ser el resultado de un aplicado y perseverante esfuerzo. Dios da las
oportunidades; el éxito depende del uso que se haga de ellas.
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