Página 213 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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José y sus hermanos
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de testigos falsos. La paciencia y la mansedumbre de José bajo la
injusticia y la opresión, el perdón que otorgó espontáneamente y su
noble benevolencia hacia sus hermanos inhumanos, representan la
paciencia sin quejas del Salvador en medio de la malicia y el abuso
de los impíos, y su perdón que otorgó no solamenter a sus asesinos,
sino también a todos los que vienen a él confesando sus pecados y
buscando perdón.
José vivió cincuenta y cuatro años después de la muerte de su
padre. Alcanzó a ver “los hijos de Efraín hasta la tercera generación;
y también los hijos de Maquir hijo de Manasés fueron criados sobre
las rodillas de José”. Presenció el aumento y la prosperidad de su
pueblo, y durante todos estos años su fe en la divina restauración de
Israel la tierra prometida fue inconmovible.
Cuando vio que se acercaba su fin, llamó a todos sus parientes.
Aunque había sido tan honrado en la tierra de los faraones, Egipto
no era para él más que el lugar de su destierro; lo último que hizo fue
indicar que había echado su suerte con Israel. Sus últimas palabras
fueron: “Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra
a la tierra que juró a Abraham, a Isaac, y a Jacob”. E hizo jurar
solemnemente a los hijos de Israel que llevarían sus huesos consigo
a la tierra de Canaán.
“Y murió José de ciento y diez años; y embalsamaron, y lo pu-
sieron en un ataúd en Egipto”. A través de los siglos de trabajo que
siguieron, aquel ataúd, recuerdo de las últimas palabras de José, daba
testimonio a Israel de que ellos eran únicamente peregrinos en Egip-
to, y les ordenaba que cifraran sus esperanzas en la tierra prometida,
pues el tiempo de la liberación llegaría con toda seguridad.
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