Página 281 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

Basic HTML Version

La ley dada a Israel
277
El séptimo día, que era sábado, Moisés fue llamado a la nube.
Esa espesa nube se abrió a la vista de todo Israel, y la gloria del
Señor brotó como un fuego devorador. “Moisés entró en medio de
la nube y subió al monte. Y estuvo Moisés en el monte cuarenta
días y cuarenta noches”. Los cuarenta días de permanencia en el
monte no incluyeron los seis de preparación. Durante esos seis días,
Josué había estado con Moisés, y juntos comieron maná y bebieron
del “arroyo que descendía del monte”.
Deuteronomio 9:21
. Pero
Josué no entró con Moisés en la nube; permaneció afuera, y continuó
comiendo y bebiendo diariamente mientras esperaba el regreso de
Moisés; pero este ayunó durante los cuarenta días completos.
Durante su estada en el monte, Moisés recibió instrucciones refe-
rentes a la construcción de un santuario en el cual la divina presencia
se manifestaría de manera especial. “Me erigirán un santuario, y
habitaré en medio de ellos”, fue el mandato de Dios. Por tercera
[286]
vez, fue ordenada la observancia del sábado. “Para siempre será una
señal entre mí y los hijos de Israel”, declaró el Señor, “para que
sepáis que yo soy Jehová que os santifico. Así que guardaréis el
sábado, porque santo es para vosotros [...]. Cualquier persona que
haga alguna obra en él, será eliminada de su pueblo”.
Éxodo 31:17,
13, 14
.
Acababan de darse instrucciones para la inmediata construcción
del tabernáculo para el servicio de Dios; y era posible que el pueblo
creyera que, debido a que el objeto perseguido era la gloria de Dios,
y debido a la gran necesidad que tenían de un lugar para rendir culto
a Dios, era justificable que trabajaran en esa construcción durante el
sábado.
Para evitarles este error, se les dio la amonestación. Ni aun la
santidad y urgencia de aquella obra dedicada a Dios debía llevarlos
a infringir su santo día de reposo.
Desde entonces el pueblo había de ser honrado por la presencia
permanente de su Rey. “Yo habitaré entre los hijos de Israel y seré
su Dios”, “y el lugar será santificado con mi gloria”.
Éxodo 29:45,
43
.
Como símbolo de la autoridad de Dios y condensación de su
voluntad, se le entregó a Moisés una copia del Decálogo, escrita por
el dedo de Dios mismo en dos tablas de piedra (
Deuteronomio 9:10
;
Éxodo 32:15, 16
), que debían guardarse como algo sagrado en el