Página 292 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
taron por la vida a Caín. Por obra de la misericordia de Dios miles
de personas sufrieron para evitar la necesidad de castigar a millones.
Para salvar a muchos había que castigar a los pocos.
Además, como el pueblo había despreciado su lealtad a Dios,
había perdido la protección divina, y privada de su defensa, toda la
nación quedaba expuesta a los ataques de sus enemigos. Si el mal no
se hubiera eliminado rápidamente, pronto habrían sucumbido todos,
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víctimas de sus muchos y poderosos enemigos. Fue necesario para
el bien de Israel mismo y para dar una lección a las generaciones
venideras, que el crimen fuera castigado de inmediato. Y no fue me-
nos misericordioso para los pecadores mismos que se los detuviera
a tiempo en su pecaminoso derrotero. Si se les hubiera perdonado
la vida, el mismo espíritu que los llevó a la rebelión contra Dios se
habría manifestado en forma de odio y discordia entre ellos mismos,
y por fin se habrían destruido el uno al otro. Fue por amor al mundo,
por amor a Israel, y aun por amor a los transgresores mismos, por lo
que el crimen se castigó con rápida y terrible severidad.
Cuando el pueblo reaccionó y comprendió la enormidad de su
culpa, el terror se apoderó de todo el campamento. Se temió que
todos los transgresores fueran exterminados. Compadecido por la
angustia del pueblo, Moisés prometió suplicar a Dios una vez más
por ellos.
Moisés dijo al pueblo: “Vosotros habéis cometido un gran pe-
cado, pero yo subiré ahora a donde está Jehová; quizá le aplacaré
acerca de vuestro pecado”. Fué, y en su confesión ante Dios dijo:
“te ruego que perdones ahora su pecado, y si no, bórrame del libro
que has escrito. Jehová respondió a Moisés: “Al que peque contra
mí, lo borraré yo de mi libro”. Ve, pues, ahora, lleva a este pueblo
a donde te he dicho. Mi ángel irá delante de ti, pero en el día del
castigo, los castigaré por su pecado”.
En la súplica de Moisés, se dirige nuestra atención a los registros
celestiales en los cuales están inscritos los nombres de todos los
seres humanos; y sus acciones, sean buenas o malas, se anotan
minuciosamente. El libro de la vida contiene los nombres de todos
los que entraron alguna vez en el servicio de Dios. Si alguno de
estos se aparta de él y mediante una obstinada insistencia en el
pecado se endurece finalmente contra las influencias del Espíritu
Santo, su nombre será raído del libro de la vida el día del juicio y