Página 313 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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El tabernáculo y sus servicios
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debían lavarse las manos y los pies cada vez que entraban en el
departamento santo, o cuando se acercaban al altar para ofrecer un
holocausto al Señor.
En el primer departamento, o lugar santo, estaban la mesa para el
pan de la proposición, el candelero o la lámpara y el altar del incienso.
La mesa del pan de la proposición estaba hacia el norte. Así como
su cornisa decorada, estaba revestida de oro puro. Sobre esta mesa
los sacerdotes debían poner cada sábado doce panes, arreglados en
dos pilas y rociados con incienso. Por ser santos, los panes que se
quitaban, debían ser comidos por los sacerdotes. Al sur, estaba el
candelero de siete brazos, con sus siete lámparas. Sus brazos estaban
decorados con flores primorosamente labradas y parecidas a lirios;
el conjunto estaba hecho de una pieza sólida de oro. Como no había
ventanas en el tabernáculo, las lámparas nunca se extinguían todas
al mismo tiempo, sino que ardían día y noche. Exactamente frente
al velo que separaba el lugar santo del santísimo y de la inmediata
presencia de Dios, estaba el altar de oro del incienso. Sobre este
altar el sacerdote debía quemar incienso todas las mañanas y todas
las tardes; sobre sus cuernos se aplicaba la sangre de la víctima de
la expiación, y el gran día de la expiación era rociado con sangre.
El fuego que estaba sobre este altar había sido encendido por Dios
mismo, y se mantenía como sagrado. Día y noche, el santo incienso
difundía su fragancia por los recintos sagrados del tabernáculo y por
sus alrededores.
Más allá del velo interior estaba el lugar santísimo que era el
centro del servicio de expiación e intercesión, y constituía el eslabón
que unía el cielo y la tierra. En este departamento estaba el arca, que
era un cofre de madera de acacia, recubierto de oro por dentro y por
fuera, y que tenía una cornisa de oro encima. Era el repositorio de las
tablas de piedra, en las cuales Dios mismo había grabado los Diez
Mandamientos. Por consiguiente, se lo llamaba arca del testamento
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de Dios, o arca de la alianza, puesto que los Diez Mandamientos
eran la base de la alianza hecha entre Dios e Israel.
La cubierta del arca sagrada se llamaba “propiciatorio”. Estaba
hecha de una sola pieza de oro, y encima tenía dos querubines de
oro, uno en cada extremo. Un ala de cada ángel se extendía hacia
arriba, mientras la otra permanecía plegada sobre el cuerpo (véase
Ezequiel 1:11
) en señal de reverencia y humildad. La posición de