Página 41 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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La tentación y la caída
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plan de Satanás que Adán y Eva desagradaran a Dios mediante su
desobediencia; y esperaba que luego, sin obtener perdón, siguieran
comiendo del árbol de la vida, y perpetuaran así una vida de peca-
do y miseria. Pero después de la caída, se encomendó a los santos
ángeles que custodiaran el árbol de la vida. Estos ángeles estaban
rodeados de rayos luminosos semejantes a espadas resplandecientes.
A ningún miembro de la familia de Adán se le permitió traspasar esa
barrera para comer del fruto de la vida; de ahí que no exista pecador
inmortal.
La ola de angustia que siguió a la transgresión de nuestros prime-
ros padres es considerada por muchos como un castigo demasiado
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severo para un pecado tan insignificante; y ponen en tela de juicio
la sabiduría y la justicia de Dios en su trato con el hombre. Pero si
estudiaran más profundamente el asunto, podrían discernir su error.
Dios creó al hombre a su semejanza, libre de pecado. La tierra había
de ser poblada con individuos un poco menor a los ángeles; pero
debía probarse su obediencia; pues Dios no había de permitir que el
mundo se llenara de personas que menospreciaran su ley. No obstan-
te, en su gran misericordia, no señaló a Adán una prueba severa. La
misma levedad de la prohibición hizo al pecado sumamente grave. Si
Adán no pudo resistir la prueba más ínfima, tampoco habría podido
resistir una mayor, si se le hubiesen confiado responsabilidades más
importantes.
Si Adán hubiera sido sometido a una prueba mayor, entonces
aquellos cuyos corazones se inclinan hacia lo malo se habrían discul-
pado diciendo: “Esto es algo insignificante, y Dios no es exigente en
las cosas pequeñas”. Y así hubiera habido continuas transgresiones
en las cosas aparentemente pequeñas, que pasan sin censura entre los
hombres. Pero Dios indicó claramente que el pecado en cualquier
grado lo ofende.
A Eva le pareció de poca importancia desobedecer a Dios al
comer del fruto del árbol prohibido y al tentar a su esposo a que
pecara también; pero su pecado inició la inundación del dolor sobre
el mundo. ¿Quién puede saber, en el momento de la tentación, las
terribles consecuencias de un solo paso errado?
Muchos que enseñan que la ley de Dios no es obligatoria para
el hombre, alegan que es imposible obedecer sus preceptos. Pero si
eso fuera cierto, ¿por qué sufrió Adán el castigo por su pecado? El