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Historia de los Patriarcas y Profetas
fueron alejando de Dios, y llegaron a una condición en la cual iban
a sucumbir fácilmente a la tentación.
Mientras el pueblo acampaba al lado del Jordán, Moisés prepara-
ba la ocupación de Canaán. El gran jefe estaba muy atareado en esta
obra; pero este lapso de suspenso y espera resultó una prueba para
el pueblo, y antes de que hubieran transcurrido muchas semanas, su
historia quedó manchada por las más terribles desviaciones de la
virtud e integridad.
Al principio hubo muy pocas relaciones entre los israelitas y
sus vecinos paganos; pero después de algún tiempo, las mujeres
madianitas comenzaron a introducirse en el campo. La aparición de
ellas no causó alarma, y tan cautelosamente llevaron a cabo sus pla-
nes que nadie llamó la atención de Moisés al asunto. Estas mujeres
tenían por objeto, en sus relaciones con los hebreos, seducirlos para
hacerles violar la ley de Dios, llamar la atención a costumbres y ritos
paganos e inducirlos a la idolatría. Ocultaron diligentemente estos
motivos bajo la máscara de la amistad, de modo que ni siquiera los
guardianes del pueblo los sospecharon.
Por consejo de Balaam, el rey de Moab decidió celebrar una gran
fiesta en honor de sus dioses, y secretamente se concertó que Balaam
indujera a los israelitas a asistir. Ellos lo consideraban profeta de
Dios, y no le fue difícil alcanzar su fin. Gran parte del pueblo se
reunió con él para asistir a las festividades. Se aventuraron a pisar
terreno prohibido y se enredaron en los lazos de Satanás. Hechizados
por la música y el baile y seducidos por la hermosura de las vestales
paganas, desecharon su lealtad a Jehová. Mientras participaban en
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la alegría y en los festines, el consumo de vino ofuscó sus sentidos
y quebrantó los muros del dominio propio. Predominó la pasión en
absoluto; y habiendo contaminado su conciencia por la lascivia, se
dejaron persuadir a postrarse ante los ídolos. Ofrecieron sacrificios
en los altares paganos y participaron en los ritos más degradantes.
No tardó el veneno en difundirse por todo el campamento de
Israel, como una infección mortal. Los que habían vencido a sus
enemigos en batalla fueron vencidos por los ardides de mujeres
paganas. La gente parecía atontada. Los jefes y hombres principales
fueron los primeros en violar la ley, y fueron tantos los culpables
que la apostasía se hizo nacional. “Así acudió el pueblo a Baal-
peor”. Véase
Números 25
. Cuando Moisés se dio cuenta del mal,