Página 477 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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La repartición de Canaán
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guerrero deseaba dar al pueblo un ejemplo que honrara a Dios, y
alentar a las tribus para que subyugaran completamente la tierra que
sus padres habían considerado inconquistable.
Caleb obtuvo la heredad que su corazón había anhelado durante
cuarenta años, y confiado en que Dios lo acompañaba, “echó de allí
tres hijos de Anac”.
Josué 15:14
. De esta forma logró obtener una
posesión para él y su casa y no por ello disminuyó su celo, ni se
instaló a gozar de su heredad, sino que siguió adelante con otras
conquistas para beneficio de la nación y gloria de Dios.
Los cobardes rebeldes habían perecido en el desierto; pero los
espías íntegros comieron de las uvas de Escol. A cada uno se le dio de
acuerdo con su fe. Los incrédulos vieron sus temores cumplirse. No
obstante la promesa de Dios, habían dicho que era imposible heredar
la tierra de Canaán, y no la poseyeron. Pero los que confiaron en Dios
y no consideraron tanto las dificultades que se habían de encontrar
como la fuerza de su Ayudador todopoderoso, entraron en la buena
tierra. Por la fe fue cómo los antiguos notables “conquistaron reinos,
[...] evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron
fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros”. “Esta es
la victoria que vence al mundo, nuestra fe”.
Hebreos 11:33, 34
;
1
Juan 5:4
.
Otra reclamación tocante a la repartición de la tierra reveló un
espíritu muy diferente del de Caleb. La presentaron los hijos de José,
la tribu de Efraín con la media tribu de Manasés. Basándose en la
superioridad de su número, estas tribus exigieron una porción doble
de territorio. La que les había tocado en suerte era la más rica de la
tierra e incluía la fértil llanura de Sarón; pero muchas de las ciudades
principales del valle estaban aún en poder de los cananeos, y las
tribus, rehuyendo el trabajo y peligro que significaba conquistar
sus posesiones, deseaban una porción adicional del territorio ya
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conquistado. La tribu de Efraín era una de las más grandes de Israel,
y a ella pertenecía el mismo Josué. Por consiguiente sus miembros
se creían con derecho a recibir una consideración especial. Dijeron
a Josué: “¿Por qué me has dado como heredad una sola suerte y
una sola parte, siendo nosotros un pueblo tan grande?”
Josué 17:14-
18
. Pero no lograron que el jefe inflexible se apartara de la estricta
justicia.