La repartición de Canaán
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luz la culpa de Acán. Los que son movidos por el espíritu de Cristo
poseerán la caridad, que todo lo soporta y es benigna.
Dios quiere que haya unión y amor fraternal entre su pueblo. En
la oración que elevó Cristo precisamente antes de su crucifixión pi-
dió que sus discípulos fueran uno como él era uno con el Padre, para
que el mundo creyera que Dios le había enviado. Esta oración con-
movedora y admirable llegaba a través de los siglos hasta nuestros
días, pues sus palabras fueron: “Pero no ruego solamente por estos,
sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos”.
Juan 17:20
. Aunque no hemos de sacrificar un solo principio de la
verdad, debemos procurar constantemente ese estado de unidad. Es
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la evidencia de nuestro carácter de discípulos de Jesús, pues él dijo:
“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los
unos con los otros”.
Juan 13:35
. El apóstol Pedro exhorta a la iglesia
así: “En fin, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos
fraternalmente, misericordiosos, amigables. No devolváis mal por
mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo,
sabiendo que fuisteis llamados a heredar bendición”.
1 Pedro 3:8, 9
.
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