Página 505 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Las fiestas anuales
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“Los que confían en Jehová son como el monte Sión,
que no se mueve, sino que permanece para siempre.
Como Jerusalén tiene montes alrededor de ella,
así Jehová está alrededor de su pueblo
desde ahora y para siempre”.
Salmos 125:1, 2
.
Al llegar a la cumbre de las colinas que dominaban la santa ciu-
dad, miraban con asombro y reverencia las multitudes de adoradores
que se dirigían hacia el templo. Veían ascender el humo del incien-
so, y al oír las trompetas de los levitas que anunciaban el servicio
sagrado, sentían la inspiración de la hora sagrada, y cantaban:
“Grande es Jehová y digno de ser en gran manera
alabado en la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo.
¡Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra es el monte Sión,
a los lados del norte! ¡La ciudad del gran Rey!
Salmos 48:1, 2.
“¡Sea la paz dentro de tus muros
y el descanso dentro de tus palacios!”
“¡Abridme las puertas de la justicia;
entraré por ellas, alabaré a Jah”.
“A Jehová pagaré ahora mis votos
delante de todo su pueblo,
en los atrios de la casa de Jehcvá,
en medio de ti, Jerusalén.
¡Aleluya!”
Salmos 122:7
;
118:19
;
116:18, 19
.
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Todas las casas de Jerusalén se abrían para recibir a los pere-
grinos, y se les proporcionaba alojamiento gratuito; pero esto era
suficiente para la vasta asamblea, y se levantaban tiendas en todos
los sitios disponibles de la ciudad y de las colinas circundantes.
El día catorce del mes, por la noche, se celebraba la pascua, cuyas
ceremonias solemnes e imponentes conmemoraban la liberación de
la esclavitud en Egipto y señalaban hacia adelante, al sacrificio que
los había de librar de la servidumbre del pecado. Cuando el Salvador
dio su vida en el Calvario, cesó el significado de la pascua, y quedó