Página 520 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Historia de los Patriarcas y Profetas
de los madianitas, los hombres de Efraín habían ocupado los vados
del Jordán, por orden de Gedeón, e impedido así que escaparan los
fugitivos. Esto permitió dar muerte a muchos enemigos, y entre ellos
a los dos príncipes Oreb y Zeeb. En esta forma los hombres de Efraín
prolongaron la batalla y ayudaron a completar la victoria. Sin embar-
go, se llenaron de celos y enojo, como si Gedeón se hubiera guiado
por su propia voluntad y juicio. No podían discernir la mano de Dios
en el triunfo de Israel ni apreciar el poder y la misericordia de él en
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su liberación; y este mismo hecho demostraba que eran indignos
de ser escogidos como sus instrumentos especiales. Al regresar con
los trofeos de la victoria, dirigieron este airado reproche a Gecleón:
“¿Qué es esto que has hecho con nosotros? ¿Acaso nos llamaste
cuando ibas a la guerra contra Madián?”
“¿Qué he hecho yo ahora comparado con vosotros? ¿No es lo
que queda en los campos de Efraín mejor que la vendimia com-
pleta de Abiezer? Dios ha entregado en vuestras manos a Oreb y a
Zeeb, príncipes de Madián; ¿qué he podido yo hacer comparado con
vosotros?”
Los celos podrían muy bien haberse exacerbado en riña que
habría causado conflicto y derramamiento de sangre; pero la res-
puesta modesta de Gedeón aplacó el enojo de los hombres de Efraín,
que regresaron en paz a sus hogares. Aunque firme e intransigente
cuando se trataba de los principios, y “varón esforzado en la guerra”,
Gedeón manifestó un espíritu de cortesía que no se ve a menudo.
En su gratitud porque lo había librado de los madianitas, el
pueblo de Israel propuso a Gedeón como rey, y que el trono quedara
asegurado para sus descendientes. Esta propuesta era una violación
categórica de los principios teocráticos. Dios era rey de Israel, y
poner a un hombre en el trono sería rechazar a su Soberano divino.
Gedeón reconocía este hecho; y su respuesta demuestra cuán fieles
y nobles eran sus móviles. Declaró: “No seré señor sobre vosotros,
ni lo será mi hijo: Jehová será vuestro Señor”.
Pero Gedeón se dejó extraviar por otro error que acarreó el
desastre sobre su casa y sobre todo Israel. Es frecuente que la época
de inactividad que sigue a una gran lucha entrañe más riesgos que el
propio período de conflicto. A semejantes peligros se vio expuesto
Gedeón. Un espíritu de inquietud se había apoderado de él. Hasta
entonces se había contentado con cumplir las instrucciones que Dios